La Bella Durmiente del Bosque - Charles Perrault y Hermanos Grimm


Hace muchísimo tiempo, existió un bello país gobernado por dos reyes muy queridos. Lo tenían todo, excepto hijos. El día que nació una dulce princesita, la dicha fue completa.
Las campanas del reino cesaron de voltear durante tres días y todos los súbditos querían admirar a la recién nacida. Se organizaron grandes festejos y se invitaron a todas las hadas.
Estas, una a una, iban tocando con su varita a la niña :
-Serás bella como ninguna...
-Serás generosa ...Tu voz sonará a música...Serás alegre...
Los reyes habían cometido un error al olvidarse de invitar a la vieja Hada del Bosque que, furiosa, anunció al presentarse :
-Por el desaire que se me ha inferido, cuando la princesa cumpla los quince años, se pinchará con un huso y morirá.
Desolada, la Reina suplicó :
-Hada del Bosque, perdónanos ; te lo ruego, no castigues a mi hijita de modo tan cruel...
Pero ni súplicas, ni lágrimas aplacaron a la rencorosa Hada. Por suerte, el Hada de las Flores, que aún no había otorgado su don, tocó a la niña con su varita y anunció que nada podía contra el poder del Hada vieja, pero atenuaría el castigo : en lugar de morir, la princesita dormiría cien años. La niñita se criaba fuerte y hermosa, querida por todos. Y así llegó el día en el que debía cumplir los quince años. Mientras se adornaban los salones para la gran fiesta, corría bajo la mirada atenta de su nodriza, sin la menos preocupación. Y nadie, en palacio, se sentía angustiado, ya que habían llegado a olvidar la terrible predicción del Hada del Bosque...


Antes de iniciarse el baile en los lujosos salones, la bella princesita se dedicaba a jugar y corretear por el jardín, en compañía de sus amigas. De pronto, vio la cerrada puerta de la torre y sintió curiosidad.
¿Qué habría allí? Subió las escaleras y sus ojos se agrandaron de curiosidad cuando, al penetrar en la última de las habitaciones, descubrió a una anciana realizando una extraña operación.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó.
-Estoy hilando -contestó la hilandera, que no era otra sino el Hada del Bosque, la maligna...
-¡Qué bonito! Quisiera aprender, dijo la princesa, a la que todo lo nuevo ilusionaba.
-Ven, toma el huso, princesa.
La princesita lo tomó.Al instante, se pinchó en la afilada punta y la vieja riendo, se alejó, mientras la princesita caía desvanecida.
-¡Je...je...! Ya puedo estar tranquila, porque mi don se ha cumplido...¡Je...je..!
Los reyes, los invitados, ante la ausencia de la princesa, la buscaron por todas partes.
¡Cuál no sería el dolor del Rey al encontrarla en la torre!
Entonces recordó al Hada del Bosque...Con el corazón destrozado, la llevó al gran salón del palacio.
De improviso, el Hada de las Flores surgió y fue tocando con su varita mágica cabezas coronadas, cabezas nobles, soldados, invitados, servidores...hasta el lebrel de la niña y el gato de la cocina.
Todos cayeron en un pesado sueño.Con esta acción, la buena hada había evitado a todos un profundo dolor...
Pasaron cien años...Dormidos continuaban todos cuando el Príncipe del País del Sol, gran viajero, acertó al pasar cerca de palacio y recordó la leyenda que circulaba sobre la princesa dormida. Las hierbas habían crecido por todas partes y tuvo que abrirse paso con la espada. Al llegar al salón, no puedo contener su admiración primera ante el cuadro que se ofrecía a sus ojos.
Luego, a la vista de la bella, se abrió paso, le tomó la mano y, rendidamente enamorado, la besó largamente. Ella abrió los ojos; suspiró.
¡El amor había vencido al hechizo! Inmediatamente, reyes, palaciegos, soldados, servidores, perro y gato, despertaron también.
Pronto se celebraron las alegres bodas del Príncipe del País del Sol con la bella princesa que durmió cien años...




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