Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll

Una hermosa tarde de verano, la rubia Alicia y su hermana mayor, Ana, paseaban por el campo. Luego, la mayor empezó a leer en voz alta, bajo los árboles.
Alicia, somnolienta, vio a un conejo blanco, vestido estrafalariamente, que decía:
-¡Ah,caramba!¡Llegaré tarde! La niña cometió el error de correr tras el animalito y...viendo que Conejo Blanco se metía por el hueco de un árbol,atolondradamente, fue tras él. ¿Le sería tan fácil salir?
Bajando siempre, la niña se encontró en un pozo muy profundo. El Conejo por algún lado, seguía diciendo que iba a llegar tarde. Por fin, sin viaje concluyó en una sala repleta de mesitas con manjares.
Probó de algunos y luego descubrió una llavecita sobre una mesa de cristal. La tomó, mirando a todas partes, pero le costó divisar una puerta.
Con aire de penetrar en un misterio, la probó. Y se dijo:
-¡Menos mal! Es la llave que necesitaba. ¡Qué aventura!
En efecto, era la llave que le iba. Pero detrás...sólo había un pasadizo tan estrecho por el que no cabía.
Entonces descubrió una botella en cuya etiqueta decía "BEBEME". Lo hizo y empezó a achicarse y achicarse, hasta que le fue posible pasar y llegar a una coquetona salita de muebles diminutos. Pero, viéndose tan pequeña, a su vez, eso no la consoló.
A la vista de una especie de tortita, decidió probarla. Y entonces empezó a crecer y crecer.
-Me estoy alargando como un telescopio -se dijo.
Verse de gigante le produjo un ataque de llanto. Tantas lágrimas derramó, que la sala empezó a inundarse. Entonces se le ocurrió beber nuevamente de la botella y al instante empezó a encoger. Tanto, que la tortita se le convirtió en una montaña.
¡Se había hecho del tamaño de una nuez...! De repente cayó y creía haber caído al mar. Mas no, se trataba de sus propias lágrimas.
Para no ahogarse,saltó a la barquita de papel de la torta y, navegando siempre, fue a parar a un lago, cuyos amenazadores ocupantes empezaron a burlarse de ella.
-¿Podrían decirme el modo de salir de este charco? -preguntó a los personajes.
Todos se burlaban de ella, pero no respondían. Y el Pájaro Bobo reía más que ninguno.
Al fin, por sus propios medios, pudo llegar a la orilla, donde vio un gusanito. Este le explicó que el hongo sobre el cual se hallaba hacía crecer, comiendo por uno de sus lados; y mermar por el otro.
Así consiguió Alicia recuperar su tamaño. Luego vio una mesa bien servida...pero con extraños comensales. El Conejo Blanco la invitó a sentarse y la hambrienta niña participó en el banquete, mientras pensaba que todos estaban locos. Después se marchó, no sin antes despedirse de Gusanito, que tan amable había sido.
Entonces vio llegar a un ejército de cartas de baraja con cabezas, brazos y piernas. Algunos de ellos empezaron a pintar de rojo las rosas blancas y le explicaron:
-Hemos cortados las rojas, favoritas de la Reina y nos cortará las cabezas si no las encuentra.
-Debe ser una mala Reina -dijo Alicia.
En esto, gritando, apareció la Reina de la Baraja, que exigió:
-¡Que le corten la cabeza a la intrusa! ¡Detenedla!
Para evitarlo, Alicia sopló y los soldados-carta fueron por los suelos.
Luego dijo:
-Mi condición es superior a la vuestra, porque soy humana.
Entonces llegó el Conejo Blanco con otros animales y todos, con los soldados, se lanzaron sobre la niña esgrimiendo bastos y espadas. Alicia acabó siendo hecha prisionera y llevada ante el tribunal presidido por la Reina. Quiso escapar y...¡La que se armó!
Los objetos más extraños caían sobre su cabeza. Entonces sí, ella empezó a chillar. Y de pronto, la voz de mamá dijo:
-¿Qué te ocurre, Alicia?
La niña, frotándose los ojos, se incorporó en su cama. ¡Qué alivio! ¡Sólo había sido una pesadilla....!



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