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Mostrando entradas de febrero 10, 2013

La conejita feliz - Cuento mio

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En la parte más alta del bosque había una zona que estaba destapada, donde podía entrar la luz del sol. En esa zona había un montón de casas pequeñas, donde vivían familias de conejos. Había conejos abuelos, padres e hijos. Y sobre todo muchos conejitos pequeños. Tenían todos como tres años más o menos, y todos eran muy preguntones. Estamos en una fecha muy especial: Pascuas. Y he de decir, que los conejos lo celebran como nosotros. Ellos fueron los que dijeron de esconder huevos de colores de diferentes tamaños, por los arbustos, y entre la hierba verde, y entonces los pequeños conejitos se encargaban de buscar los huevos de colores. En la comunidad eran diez conejitos pequeños, y ponían cincuenta huevos para que los pequeños lo busquen. Nuestra pequeña conejita, se llama Judith, y siempre estaba preguntando a sus padres que tenía que hacer porque no tenía buena memoria. Por fin llegó el esperado día de la búsqueda de los huevos de colores. Judith, fue con sus amigos, y entr

¡Osito! ¿Dónde estás? - Ralph Steadman

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-¡Abue! ¿Qué es un osito de peluche? Busqué a mi alrededor. Era mi nieta, Grace y a su lado su hermanita, Rebecca Scarlet, que a duras penas guardaba el equilibrio, le chupaba el dobladillo del vestido de su vestido de fiesta.  -¿Quieres decir que no sabes lo que es un osito de peluche? -No, nunca he visto un osito de peluche y tampoco Rebecca Scarlet, ¿o sí, Rebecca Scarlet? Rebecca Scarlet volteó a su hermana mayor y continuó chupando la bastilla. -Yo les enseñaré –dije-. Voy a buscar el mío –e inmediatamente subí las escaleras y escudriñé nuestro gran ropero, donde guardo todas las cosas y cositas que creo que algún día necesitaré. “Qué raro”, pensé, “estaba seguro de que mi osito estaría aquí, junto a mis otras cosas. ¡Osito! ¿Dónde estás?” Pero no había rastro del osito por ningún lado. Miré y miré e hice un tiradero. Incluso me metí en el armario por si acaso el osito estuviera escondido en algún rincón oscuro. -A menudo jugábamos a las escondidillas –murmuré