La flauta de Atenea -Juan Kruz Igerabide
Atenea era una gran inventora. Un día, paseando por el campo, encontró dos huesos de ciervo. Los ató, los agujereó, sopló...e inventó la flauta. Los dioses, en sus banquetes, la invitaban a tocar y a deleitar los oídos de los invitados. Todos la escuchaban embelesados, exceto Hera y Afrodita, que no paraban de cuchichear entre risitas maliciosas. -¡Fíjate, fíjate! Mira que morritos pone. Y se reían por lo bajo. -¡Mira, mira! Sus mejillas parecen sandías. Atenea, que las veía reírse, se acercó disimuladamente para escuchar lo que decían. Cuando las sorprendió burlándose de ella, dio un grito de guerra que asustó a los invitados. A algunos, medio adormilados, se les cayó el plato al suelo. -¡No aguanto más risitas! ¡Se acabó la música! Los dioses le rogaron que no hiciera caso de las diosas burlonas, y trataron de convencerla para que siguiera tocando. -Anda, bonita. Que lo haces divinamente. No nos dejes así, que nos aburrimos. Pero Atenea estaba muy dolida. -¡Ni