Helios y Faetón -Juan Kruz Igerabide
Helios, el sol, tenía un hijo llamado Faetón. El niño era un poco caprichoso y no hacía más que pedir a su padre que le dejara conducir el carro que ransportaba el sol. Helios, el padre, recorría el firmamento todos los días con su carro, de Este al Oeste, sin salirse de su camno, siempre al mismo ritmo. -Déjame el carro, papá. -Es peligroso, hijo. Cuando seas grande, te enseñaré a conducirlo, y te podrás montar en él. Faetón se enfadaba muchísimo: -¡Siempre igual! ¡Nunca me dejas el carro! -Es peligroso, hijo. -¡Y a mí qué! ¡Yo quiero el carro! Y así constantemente: quiero el carro, quiero el carro... Un día en que el sol asomó un poco débil, Faetón volvió a la carga: -Papá, déjame el carro. -No puedo, hijo. -Sí que puedes. Quiero el carro, quiero el carro... El niño no se callaba. La madre, harta, pidió a su marido: Mira, Helios: ya no aguanto más. Déjale el dichoso carro al niño y tengamos la fiesta en paz. Además, hoy tienes mal aspecto. Es mejor