Caer de su asno –Gianni Rodari
Un día, un buen hombre andaba montado en su borrico y, al pasar junto a un jardín, vio una rama que colgaba de la verja sobre el sendero y que estaba llena de unas peras estupendas. Bastaba mirarlas para no resistir la tentación de darles un mordisco. Alzándose un poco sobre el lomo del borrico, el hombre aferró la rama con una mano y, con la otra, la pera más hermosa. Pero no tuvo tiempo de arrancarla, porque el asno, espantadizo, quién sabe por qué se asustó y escapó al galope. Para no caerse, el hombre tuvo que sostenerse agarrado a la rama con las dos manos. Mientras se mantenía suspendido de aquel modo, pataleando, acudió el jardinero y le preguntó: -Eh, tú, ¿Qué haces subido a mi árbol? -Amigo, tal vez no me creas, pero me he caído del asno. El jardinero no podía creer que alguien pudiese caerse a esa altura. Cogió una vara y le propinó una buena tunda. También vosotros debéis estar atentos: hay maneras y maneras de caerse de un asno.