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Mostrando entradas de 2021

El ratón y el elefante –Gianni Rodari

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Una vez, un ratón cayó en una tina de la que no lograba salir. Por más que chillaba lastimosamente, nadie lo oía. El pobrecito pensaba ya que aquella tina sería su tumba, pero un elefante llegó a pasar por allí y consiguió sacarlo con su trompa. -Gracias, elefante. Me has salvado la vida. Sabré demostrarte mi gratitud. El elefante se echó a reír diciendo: -¿Y cómo lo harás? No eres más que un ratoncito. Un tiempo después, unos cazadores capturaron al elefante y lo amarraron con una cuerda para llevárselo a la mañana siguiente. Era de noche, el elefante yacía tristemente en el suelo y, por más que se esforzase, no lograba desprenderse de la cuerda. De repente apareció el ratoncito, y comenzó a roer la cuerda. Y roe que te roe, antes de que amaneciese, el elefante estaba libre. -¿Has visto, elefante? –dijo el ratón - .He cumplido con mi palabra. Hasta un ratoncito puede a veces hacer lo que no puede un elefante, por más fuerza que este tenga.

¿Hay hierbas en las palmeras? –Gianni Rodari

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Un día, un ladronzuelo se deslizó en un jardín y trepó a un cocotero para robar algunos cocos. Antes de que lograse arrancar uno, apareció el jardinero dando voces.  El ladrón bajó deprisa del árbol, pero no pudo escapar porque el jardinero lo agarró por el cogote: -¡Eh! ¿Qué estabas haciendo subido a la palmera? -Nada malo, amigo –respondió rápidamente el ladrón-. Estaba buscando un poco de hierba fresca para mi ternerito. -¿Hierba fresca? ¿Y desde cuándo la hierba crece en los cocoteros? -No crece hierba, es evidente –respondió el ladrón -, pero yo no lo sabía. Ahora lo sé, y por eso he bajado tan deprisa. El jardinero se quedó boquiabierto, sorprendido por la respuesta, y el ladrón aprovechó la ocasión para ponerse a salvo.

La creación del mundo – Gianni Rodari

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En el principio, la Tierra estaba desierta, cubierta de piedras, no había un árbol ni una brizna de hierba. El sol miraba a la Tierra y no le gustaba en absoluto. Por ello le dijo a su gallito de oro: -Gallito, vuela a la Tierra y haz algo para que se vuelva verde y dé algunos frutos. El gallo voló a la Tierra, hizo su nido en una gruta y puso dos huevos de oro. Rompió uno de los huevos enseguida y de él salieron seis ríos. Estos ríos dieron vigor al suelo y así crecieron hierbas y árboles, y en los árboles, manzanas, higos y otros frutos en abundancia. Los hombres de aquella época vivieron en la Tierra como en un paraíso. Todo lo que necesitaban crecía en los árboles, solo bastaba con extender la mano. Y el gallo de oro cantaba para que la gente supiese cuándo era la hora de levantarse, a qué hora había que comer y a qué hora había que irse a dormir. Pero muy pronto los hombres comenzaron a protestar: - ¿Por qué tenemos que seguir obedeciendo al gallo, por qué tenemos qu

La guerra de los ratones y de los mosquitos –Gianni Rodari

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Hace mucho tiempo, los ratones iban armador con espada y los mosquitos, con lanza.  A causa de estas lanzas y de aquellas espadas, una vez se enemistaron y se declararon la guerra.  Combatieron durante años y años y al final ya no podían más, pero no sabían como hacer para acabar con la guerra.  Decidieron recurrir a algún juez que resolviese su litigio. Los mosquitos invitaron a los gatos y los ratones, a las palomas. Los ratones y los mosquitos se dirigieron al tribunal. Pero los ratones, al ver que iban a ser juzgados por los gatos, les dijeron a los mosquitos: -Después de todo, ¿qué motivo tenemos para iniciar un proceso judicial? Es mejor que nos pongamos de acuerdo lo más pronto posible, antes de que nos coman los gatos. -Y antes de que las palomas se nos echen encima –dijeron los mosquitos. Y así llegaron a un acuerdo de paz.

La mona y la tortuga –Gianni Rodari

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Una mona vivía en una isla lejana, en un bosquecillo de higueras cerca del mar. Se alimentaba de fruta y se lo pasaba muy bien. Sólo le faltaba un amigo y pronto lo encontró. Una mañana vio en el agua, no lejos de la playa, una gran tortuga que había llegado nadando desde la isla vecina. La mona arrancó enseguida un higo maduro y se lo arrojó a la tortuga, que se lo comió enseguida, y le pareció tan exquisito que no dejaba de darle las gracias. -Ni una palabra más –exclamó la mona-. Si te gustan los higos, puedo darte más. Desde aquel momento, la mona y la tortuga entablaron una amistad. La mona estaba contenta por haber encontrado a alguien con quien conversar; la tortuga, por haber encontrado a una anfitriona tan generosa y unos higos tan dulces. Por la misma época, el rey León se enfermó. Al borde de la muerte, ya nada podía salvarlo, salvo un corazón de mona que, como se sabe, cura cualquier enfermedad. El rey León prometió una abundante recompensa y un título de nobleza a

La sirenita –Gianni Rodari

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En una cabaña, a la orilla del mar, vivía una mujer muy pobre. Era vieja, muy vieja, y resultaba un verdadero milagro que su cabaña, aún más vieja que ella, se mantuviese en pie. Pero la pobre mujer vivía allí a gusto porque no tenía hijos y no habría sabido adónde ir. Para trabajar era demasiado vieja. No se moría de hambre porque recogía en la playa pececillos, pequeños cangrejos, almejas, todo aquello que las olas llevaban a la orilla. Cuando había tormenta, la vieja se quedaba todo el día encerrada en casa padeciendo hambre. Pero al menos estaba segura de que, acabada la tormenta, encontraría en la playa muchos peces y hasta algunos leños para encender fuego. Una noche estalló un terrible temporal. Llovía, silbaba el viento, el mar aullaba. En cuanto amaneció, la vieja salió de su cabaña. Consiguió a duras penas llegar a la playa, pues el viento soplaba cada vez más fuerte y enormes olas encrespaban el mar. Mientras recogía los pececitos, una ola gigantesca la alcanzó y

Los tres peces: Gianni Rodari

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En una laguna vivían tres peces. Un día aparecieron en la orilla algunos pescadores y dijeron: -La laguna está llena de peces. Mañana tendremos buena pesca. Los tres peces lo habían escuchado todo. El primero de ellos pensó un poco y concluyó: -No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. El mismo día nadó cerca de la orilla, descubrió un pasadizo y se escurrió por un arroyo. El segundo pez no tenía ganas de romperse la cabeza por las palabras de los pescadores y se dijo: -Es mejor consultarlo con la almohada. Durmió y, a la mañana siguiente, se puso a buscar un pasadizo para huir, pero no lo encontró porque los pescadores lo habían bloqueado. -Las cosas se están poniendo muy mal –dijo el pez-. Pero mientras hay vida hay esperanza, lo importante es no perder la cabeza. Nadó por la superficie, se puso panza arriba y fingió estar muerto. Los pescadores lo vieron y lo arrastraron hasta la orilla, para que sirviese de pasto a los pájaros.  Después lanzaro

¿Quién es el más fuerte? –Gianni Rodari

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El rey es fuerte y poderoso. Nadie escapa a su poder. ¿Tal vez el ladrón? No, porque el rey ordena que lo detengan y lo mete en la cárcel.  El ladrón, sin embargo, es fuerte a su manera. Si roba un polluelo, con sólo dos dedos le retuerce el cuello. El pollo también es bastante fuerte. Si ve una polilla, se la traga de un picotazo. Pero la polilla, la pequeña polilla, se introduce en el trono del rey y comienza a carcomer la madera. Carcome, carcome, el trono vacila, se va haciendo polvo, y el rey se encuentra al final sentado en el suelo. ¿Quién es el más fuerte de todos? ¿El rey, el ladrón, el pollo o la polilla?

Por qué la paloma no sabe hacer su nido- Gianni Rodari

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Una vez la paloma fue al encuentro de la corneja, que era una buena carpintera y le dijo: -Por favor, ¿me enseñas a construir un nido? -¿Quieres saber cómo se hace? –dijo la corneja-. Presta mucha atención. Primero coges un trozo de leño y lo colocas así. -Eso ya lo sé –dijo la paloma. -Después coges otro trocito de leño y lo colocas de este modo. -Eso ya lo sé –dijo la paloma. -Después coges un tercer trocito de leño y lo pones de esta manera. -Eso ya lo sé –dijo la paloma. -¿Si lo sabes, por qué me preguntas? –se enfadó la corneja, que era buena carpintera, y se marchó volando. Así pues, la paloma no aprendió a hacer su nido y vive aún hoy en los palomares que le fabrican los seres humanos.

La niña de las redes

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Os contaré una historia real de como una niña se obsesionó con ser la más popular en las redes sociales. Vamos a llamarla Cristina. Creció en una familia modesta, no eran humildes, pero tampoco gozaban de grandes cosas. La niña creció y tuvo una infancia buena. Tenía una hermana más pequeña con la que jugaba todo el día a las muñecas, a las casitas, o a cocinar entre otras cosas. Durante su etapa de colegio no le daba importancia a las redes sociales porque era inocente, porque no buscaba ser popular en ningún lado. Pero años más tarde pasó a la secundaria, y es ahí donde se tuerce todo para cualquier niño. Para ser popular entre los niños de tu clase tienes que ser popular en las redes, tener cuenta en todas las redes, y tener obviamente un buen teléfono de última generación. Cristina para tener amigas hizo de todo. Empezó a pasar de su hermana pequeña para crearse cuentas en las redes: tenía whatsapp, Facebook, Instagram, tik tok, Snapchat entre otros. Pero la

La muñeca de oro- Cuento mío

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En Rusia, año 1583, encontraron una muñeca enterrada en un monte lejano de la ciudad. Decían que esa muñeca estaba maldita y por eso la habían dejado tan lejos de la ciudad, justamente para que no la cogiera ningún niño. La gente mayor creía mucho en esas historias que se contaban sobre la muñeca. Pensaban que estaba maldita porque era de oro puro. Pesaba un poquito y brillaba muchísimo. Ese brillo, precisamente es él que daba miedo. Pues las historias que se contaban eran para alucinar. Decían las malas lenguas que una familia la trajo de la China, en una visita que hicieron allí. La niña que se llamaba Vika, jugaba día y noche con esa muñeca. Tenía seis años cuando cayó de un árbol porque se apoyó mal en la rama, y los padres le echaron la culpa a la muñeca. Le dijeron que no hubiera pasado eso sino fuera por esa muñeca. Era una maldición. Desde entonces siempre se hacía daño, fuera leve o grave. Hasta un día que los padres cogieron la muñeca a escondidas y la

La feria ambulante - Cuento mío

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Rosita se desplazaba por muchos sitios, conocía lugares maravillosos, y a gente estupenda, pero no podía tener un hogar propio porque su familia trabajaba en una feria ambulante, y tenían un puesto de disparar globos. Tenía apenas 6 años, y conocía más cosas del mundo exterior que cualquier otro niño. Desde muy pequeñita viajó a lugares indescriptibles, visitó monumentos y museos de cada ciudad a la que iban. Siempre estaba aprendiendo nuevas cosas, y sus padres le enseñaban a escribir y a leer en sus ratos libres. Rosita no sabía lo que era tener un vecindario con niños de su misma edad. Ir al colegio y tener una maestra, o hacer actividades de deporte con otros niños. Lo que conocía ella era todas las actividades que se podían hacer en una feria, en cada puesto, y conocía a todas las familias que iban con ellos a todas partes. Muchos eran de la misma edad de sus padres, y tenían hijos de la edad de Rosita y más mayores. La vida del feriante es muy dura, porque depende

Una princesa caprichosa - Cuento mío

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  Dana, era una niña que nació con el pan bajo el brazo, en una familia de cuna. Era la hija del rey José del reino de Cartagena. Desde pequeña tuvo todo. Salud, mucho amor y cariño, pero también muchos caprichos innecesarios. Lo único que hacía era pedir y pedir todo lo que llegaba al mercado, y los más nuevo de Europa. Ella tenía que ser la primera en llevar los atuendos más bonitos y más caros, en lucir joyería y accesorios modernos para el cabello. Quería ser la primera en todo, en las actividades de la escuela, en los deportes, incluso aprendió a cocinar junto a la doncella para presumir en los festivales que había en la región. Sus padres la querían con locura, pues era su única hija. Le cumplían todos sus caprichos, y la dejaban hacer lo que fuera.   Aprendió a cocinar platos súper deliciosos, y hacía una buena presentación para su público. La gente de la zona siempre la adulaban por su gran esfuerzo. Lo único que le faltaba a Dana eran amigos. Pero amigo

Un elefante en la selva amazónica- Cuento mío

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En la selva del Amazonas había muchos tipos de animales, perezosos, caimanes, serpientes, monos araña, chimpancés, gorilas, osos hormigueros, muchos tipos de insectos y reptiles entre otros. Había un pequeño grupo de elefantes que fueron llevados desde África a un zoológico de la zona, pero consiguieron escapar.   Eran dos familias, mamá, papá y bebés. Los elefantes se diferenciaban por su color de piel. Tres de esos elefantes eran de color gris claro, y los otros eran gris oscuro. Los bebés de las dos familias eran macho y hembra, y tenían más o menos la misma edad. El chico se llamaba Saúl, y la chica era Nyla. Se criaron como hermanos, aunque con el paso de los años se fueron haciendo muy buenos amigos. Pasaban muy buenos momentos juntos, aventuras infinitas en la selva. A veces incluso llegaron a estar en peligro y los tuvieron que ayudar sus amigos los orangutanes. Llevaban muchos años explorando en la selva, se conocían cada rincón de aquel lugar maravilloso

Budy, el perro travieso- Cuento mío

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Budy era un cachorro de apenas unos meses que vivía en una mansión con sus dueños. No tenía una raza propia, porque era el resultado de una mezcla. Pero era el perro más guapo del mundo. Tenía un pelaje suave, y muy tupido, de color canela. Sus orejas eran larguitas y con manchitas blancas. La mansión donde vivía se encontraba en un pequeño pueblo, a las afueras de Toledo. Lo habitaban pocas personas, la mayoría gente ya mayor que vivían el campo. Y Budy era el perrito más querido por todos. Sus dueños lo sacaban a pasear y todos los abuelitos     que había por la calle se agachaban como podían para acariciarlo y darle mimos. Pero Budy se acostumbró demasiado a ser mimado y aprovechaba eso a su favor. Así era que cuando sus dueños marchaban a trabajar y lo dejaban solo en casa, corría por todas partes, ladraba sin parar, hacía sus necesidades en el parquet, se escondía en las habitaciones, entre otras cosas. Y sus dueños cuando llegaban del trabajo se encontraban

La lista de regalos de Navidad- Cuento mío

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Todos los años concretamente en diciembre, los niños del mundo entero escriben las cartas a “Papá Noel” diciéndole como se portaron a lo largo de ese año, y los regalos que deseaban. Muchos niños piden juguetes, cochecitos o muñecas. Hay algunos que piden una barbaridad de cosas, como bicicleta, tren con su respectiva vía, patines, robots, casas de muñecas, cocinas de juguete equipadas..etc. Y muy pocos son los que dentro de su humildad, piden una sola cosa: que sus papás estén en casa por esas fechas, que haya salud en la familia, o que sus papás sigan juntos, entre otros. Esas cartas las lleva el cartero a la sede desde donde es mandada al Polo Norte. Ahí las reciben todas juntas los ayudantes de Papá Noel, y las clasifican por el tipo de regalos que pidieron. Papá Noel es muy sabio, y se conoce a todos los niños del mundo entero, incluso a los más pequeños. Lleva un registro con todas las cosas que hicieron, tanto buenas como malas, y es el único que puede decir a quién

El último trabajo de Heracles- Juan Kruz Igerabide

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Euristeo sabía que solo le quedaba un trabajo por ordenar a Heracles, y luego este ya no le obedecería más. Quiso asegurarse un poderoso guardián y le ordenó: -Tráeme al Can Cerbero, el perro que guarda las puertas del infierno. -¿Pero sabes cómo se pondrá Hades, el rey del Tártaro? -Te lo ordeno. Heracles no podía negarse. Descendió al Tártaro y el barquero Caronte lo pasó al otro lado del río del infierno, temblando de miedo.   Eso le costaría al barquero un año de castigo, encadenado a la puerta del infierno, por orden de Hades. Heracles quería llevar a cabo su último trabajo con todas las de la ley. Así que entró en el Tártaro y se presentó ante Hades. -Hades: quiero llevarme al Can Cerbero. Hades no se lo impidió. -Tuyo es, si logras vencerlo a mano desnuda. Heracles corrió hacia el perro de tres cabezas y se las estrujó entre ambas manos. Cerbero levantó la cola para pincharlo con su aguijón, pero no pudo traspasar la piel de león que cubría a Heracl

Heracles en España- Juan Kruz Igerabide

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El décimo trabajo de Heracles consistió en quitarle los bueyes a Gerión, rey de Tartesos, antiguo nombre del río Guadalquivir. El gigantesco Gerión tenía tres cabezas, seis brazos y tres torsos que brotaban de su cintura. Allí donde el mar se estrechaba, en el actual Estrecho de Gibraltar, Heracles colocó dos gigantescas columnas, una en la parte de África y otra en la parte de Europa, para que nadie pasara más allá. Encontró dos bueyes y también a Gerión. De un flechazo, le atravesó los tres torsos y lo dejó inmóvil.   Acto seguido, regresó con los bueyes por tierra; atravesó España, los Pirineos (donde se enamoró por un día de la princesa Pirene), la Galia y los Alpes, donde fue atacado por incontables ladrones. Se quedó agotado y sin flechas y por primera vez en su vida se echó a llorar. Entonces, Zeus dejó caer del cielo gran cantidad de piedras y con ellas ahuyentó Heracles a los ladrones. Un monstruo de tres cabezas, llamado Caco, le robó los dos mejores bueyes y