Un elefante en la selva amazónica- Cuento mío


En la selva del Amazonas había muchos tipos de animales, perezosos, caimanes, serpientes, monos araña, chimpancés, gorilas, osos hormigueros, muchos tipos de insectos y reptiles entre otros.
Había un pequeño grupo de elefantes que fueron llevados desde África a un zoológico de la zona, pero consiguieron escapar. 

Eran dos familias, mamá, papá y bebés. Los elefantes se diferenciaban por su color de piel.
Tres de esos elefantes eran de color gris claro, y los otros eran gris oscuro.
Los bebés de las dos familias eran macho y hembra, y tenían más o menos la misma edad.
El chico se llamaba Saúl, y la chica era Nyla.

Se criaron como hermanos, aunque con el paso de los años se fueron haciendo muy buenos amigos.
Pasaban muy buenos momentos juntos, aventuras infinitas en la selva. A veces incluso llegaron a estar en peligro y los tuvieron que ayudar sus amigos los orangutanes.
Llevaban muchos años explorando en la selva, se conocían cada rincón de aquel lugar maravilloso en el que crecieron.

Pero como todo en esta vida aburre, Nyla le dijo a Saúl que quería ir fuera a viajar a su lugar de origen. Quería descubrir África y encontrar al resto de su familia.
Sabía que tenía más familia por lo que le contaron sus padres.
Antes de capturarlos en los safaris, iban en una gran manada junto a todos los miembros de la familia y amigos. Y siendo Nyla muy pequeña, llegaron unos hombres montados en un jeep y armados hasta arriba con todo tipo de armas.

Tenían pistolas, cuchillos y fusiles-. Iban con la cara tapada con unos pañuelos y unos sombreros en la cabeza. Obviamente su ropa era de camuflaje, del mismo color del campo.
Para los elefantes fue difícil distinguirlos, y más porque se movían por el suelo como los gusanos.
Cuando estaban lo suficientemente cerca de la manada, empezaron a haber disparos y lanzaban cuerdas para atraparlos.

Así fue como se los vendieron a un circo que estaba en el pueblo.
Y aquel circo después de visitar muchos lugares nuevos, montaron todo en un barco y se fueron a América.
La gente del lugar no se podía creer que un circo de Europa hiciese tanta travesía en barco para ir hasta allí. Pasaron semanas moviéndose por toda la península, de un lugar a otro.
Y un día sin quererlo, y sin saberlo, los elefantes tuvieron la gran suerte de escapar de aquel lugar, y se adentraron en la selva donde hicieron su vida.

Volviendo al presente, Nyla se subió a un barco cuando nadie miraba, y se escondió entre unas cajas grandes que había.
Después de mucho tiempo navegando, muchos mareos, y tristeza por no estar con los suyos, Nyla por fin llegó a Europa. El barco paró en Namibia, una zona costera de África. Allí fue subiendo un poco hacia arriba hasta que llegó con ayuda de otros animales al “Etosha National Park” y allí consiguió dar con algunos de sus familiares.

Meses después de explorar con ellos los safaris, Nyla conoció a un macho que la merodeaba día tras día, hasta que se enamoró de él.
Tuvieron su propia familia, y ahora Nyla ya no exploraba sólo con su familia, sino con sus hijos también. Les enseñaba su hábitat, su cultura, sus costumbres, su tradición.
Y unos pocos años después llegaron sus padres de América, y pudieron conocer a sus nietos y vivir todos en armonía en el safari.




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