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Mostrando entradas de septiembre 16, 2012

El flautista de Hamelín. - Hermanos Grimm

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Hace mucho tiempo, en un pueblecito llamado Hamelín , sucedió algo muy extraño. Un día, todas las calles fueron invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, arrasando con todo el grano que había en los graneros y con toda la comida de sus habitantes. Nadie acertaba a comprender el motivo de la invasión y, por más que intentaban ahuyentar a los ratones, parecía que lo único que conseguían era que acudiesen más y más ratones. Ante la gravedad de la situación, los hombres de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron: - “Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones”. Pronto se presentó joven flautista a quien nadie había visto antes y les dijo: - “La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín”. El joven cogió su flauta y empezó a pasear por las calles de Hamelín haciendo sonar una hermosa melodía que parecía encantar a los ratones. Poco a poco, todo

El asno sin corazón y sin orejas -Anónimo

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En cierto día un sabio simio contó una historia sobre un león que vivía en un hermoso lugar, y junto a él vivía un lobo. Lo que cazaba el león se lo comía, y las sobras las comía el lobo. Un día el león tenía sarna, y se debilitó muchísimo, apenas podía moverse. El lobo cuando vio así a su amigo, le preguntó: -Señor, por qué estas tan débil últimamente? Ya no cazas si quiera. Y el león contestó: -Es esta sarna la que me está matando poco a poco, sólo se cura comiendo las orejas  y el corazón de un asno. Si me buscas a uno, te estaré muy agradecido. Entonces el lobo fue a casa del limpiador de paños, que tenía un asno, y cuando vio a éste le pregunto: -¿Cómo es que estás tan delgado? ¿Por qué tienes estas ataduras al lomo? Y contestó el asno: -Porque este limpiador de paños es un falso conmigo, me utiliza y encima cada día me da menos comida. Entonces viendo eso, el lobo tuvo una idea: -¿Quieres venir conmigo a un lugar maravilloso dónde comerás de todo, y encontra

La gata con cascabeles - Félix Maria Samaniego

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Una mañana salió al tejado la gatita Zapaquilda con un collar de tercio pelo adornado con cascabeles. Al verla, los gatos vecinos acudieron enseguida. Salían de la buhardilla, venían de los tejados cercanos. Fueron  todos saltando, lo más deprisa que pudieron. ¡Era un espectáculo ver a la gatita Zapaquilda rodeada de grupos de gatos! ¡Todos levantaban la cola lo más alto que podían! ¡Parecía un bosque de mástiles, de palo de barco! ¡Ni se veía entre ellos a la guapísima Zapaquilda! Ella, que se sabía cortejada por tantos gatos y era muy presumida, hacía mil monadas, y los cascabeles sonaban y sonaban. Los gatos estaban seducidos por la belleza de la gatita y, sobre todo, por el sonido de tal juguete. Zapaquilda les contó que su señora le había quitado el collar a su perro y se lo había regalado a ella. Y la misma señora le había dicho que le quedaba mucho mejor a ella, que estaba guapísima. -¡Miau! ¡Miau! ¡Miau! –maullaron a coro todos los gatos, totalmente de acuerdo con la

El gato y los pájaros - Esopo

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El señor Mirrimiz, un gato muy listo y que sabía hablar muy bien, salió un día de la ciudad y se fue al campo. Buscó un lugar con sombra, a la orilla de un rio, debajo de unos árboles –unos sauces-, y se agazapó, escondido, en unas matas. El gatazo callaba como un muerto escuchando un concierto de dos mil pajaritos que en las ramas de los sauces cantaban maravillosamente. No le servía de nada callar porque los músicos voladores no se acercaban a su escondite. Lo que quería Mirrimiz era arreglar su melodía suprimiendo a algún cantor, es decir, comiéndose a algún pajarito. Como llevaba ya un buen rato, se cansó de esperar y, sacando la cabeza, les dijo a los músicos: -¡Bravo! ¡Bravo! ¡Qué música tan maravillosa! Los pajaritos, al oír el marramao del gato, se callaron al instante. Todos se alejaron un poco volando: unos se fueron a otras ramas más altas, y los más miedosos se metieron en la espesura de los árboles. Pero Mirrimiz les siguió hablando con su voz más dulce y les d

La mariposa y el caracol - Félix Maria Samaniego

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Aunque la buena suerte te haya puesto en un lugar alto porque te ha dado inteligencia o porque has logrado riquezas, si hablas con desprecio al que no tiene tu inteligencia o tu dinero, serás un necio, una mala persona. Vamos a ver qué le pasó a un caracol con una mariposa. Una mañana, en un jardín muy bello, se posó sobre la blanca rosa una recién nacida mariposa. Era preciosa y estaba muy orgullosa de serlo. Desde el oriente, por donde salía, el sol esparcía sus rayos ya con fuerza. La mariposa extendía las alas para que le diera la luz del sol en ellas, y así veían mucho más sus colores maravillosos Quería que los envidiasen los pájaros con manchas de colores y las pintadas flores. ¡Los suyos eran mucho más brillantes, más tonos que los de los pájaros y flores! La vanidosa mariposa volvió la cabeza y vio muy cerca de ella, sobre una rama, a un caracol pardo. Y furiosa al verlo tan cerca, le dijo: -¿Cómo te atreves, grosero caracol, a acercarte a mí, que soy tan bella? Y

El cuervo y el zorro - Félix Maria Samaniego

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En la rama alta de n árbol estaba el señor cuervo con un queso en el pico. ¡Qué contento y satisfecho estaba con su botín! ¡Qué bien olía además ese queso maravilloso que había logrado robar! Ese olor que le gustaba tanto al cuervo también les entusiasmaba a los zorros. Un astuto zorro que pasaba por debajo del árbol lo notó y se dijo a sí mismo: -¡Hum, hum, hum! ¿Qué estoy oliendo? ¿De dónde viene este aroma de queso tan exquisito? Olió alrededor del árbol y vio que allí no había ningún queso. ¡Qué raro! Siguió olfateándolo todo para ver de dónde venía el olor. En cuanto se apartaba del árbol, desaparecía. Estaba, pues, el queso en el árbol. Miró hacía la copa, hacía arriba, y le fue fácil descubrir en la alta rama al negro cuervo con el queso en su pico. En cuanto vio el astuto zorro dónde estaba lo que quería,  es decir, el sabroso queso, imaginó la forma de conseguirlo. Saludó con mucha ceremonia al cuervo diciéndole: -Tenga usted muy buenos días, mi señor don cuervo.