La muñeca de oro- Cuento mío


En Rusia, año 1583, encontraron una muñeca enterrada en un monte lejano de la ciudad. Decían que esa muñeca estaba maldita y por eso la habían dejado tan lejos de la ciudad, justamente para que no la cogiera ningún niño.

La gente mayor creía mucho en esas historias que se contaban sobre la muñeca. Pensaban que estaba maldita porque era de oro puro.
Pesaba un poquito y brillaba muchísimo. Ese brillo, precisamente es él que daba miedo.
Pues las historias que se contaban eran para alucinar. Decían las malas lenguas que una familia la trajo de la China, en una visita que hicieron allí.

La niña que se llamaba Vika, jugaba día y noche con esa muñeca.
Tenía seis años cuando cayó de un árbol porque se apoyó mal en la rama, y los padres le echaron la culpa a la muñeca.
Le dijeron que no hubiera pasado eso sino fuera por esa muñeca. Era una maldición.
Desde entonces siempre se hacía daño, fuera leve o grave.

Hasta un día que los padres cogieron la muñeca a escondidas y la tiraron a la basura.
Vika estuvo semanas llorando por la pérdida de su muñeca, pues ella pensaba que todos sus accidentes eran culpa de su mala suerte, no de su muñeca.

Cuando los basureros fueron a recoger los cubos con basura la muñeca cayó al suelo y quedó tapada con una hoja de periódico. Y al día siguiente iba otra niña con su familia y por la curiosidad cogió la muñeca del suelo.

En casa la lavó bien con jabón y volvía a relucir bonita como el primer día.
Se convirtió en su mejor amiga, pero la historia se repitió. También esta niña tenía muchos accidentes, aunque fueran leves.

Los padres creyendo lo mismo, llevaron la muñeca en lo alto de una montaña lejana y la enterraron bastante profundo para que no pudiera verse.

Entonces se empezó a decir por todo el pueblo y los alrededores que la muñeca estaba maldita, y eso sólo creó curiosidad. Mucha curiosidad.
Había muchos niños interesados en buscarla porque querían saber si era cierta la historia.
Hablaron con sus padres para ir a buscarla juntos, y varios que no creían en esas historias absurdas lo hicieron.

Así fue como la encontró otra familia.
Manolita era una niña muy espabilada, tenía 10 años, pero aún le gustaba jugar con muñecas en sus ratos libres. Ayudaba a sus padres en la panadería, y estudiaba todos los días por la mañana.
En sus pocos ratos libres jugaba con la muñeca en su cuarto. A Manolita en todos los años que tuvo a la muñeca no le pasó ningún mal.

Pero se hizo grande y se cansó de jugar, así que fue a un museo que había en Kiev de antigüedades y les dejó la muñeca para que la pusieran en una vitrina.

Les contó las historias que se decían de ella, y fueran ciertas o no, nadie lo sabía a ciencia exacta, pero era un objeto muy valioso no sólo por ser de oro, sino por tener mucho tiempo de antigüedad.
La suerte de la muñeca cambió, ahora tenía muchas visitas frente a su vitrina cada día.

Venían muchas personas de todas partes de Rusia, incluso de otros lugares del mundo a visitarla y tomarle fotos.

Había llegado tan lejos su historia que se hizo famosa en todo el mundo, y nadie quería perderse ver una muñeca de oro con tanta trayectoria.





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