La lista de regalos de Navidad- Cuento mío
Todos los
años concretamente en diciembre, los niños del mundo entero escriben las cartas
a “Papá Noel” diciéndole como se portaron a lo largo de ese año, y los regalos
que deseaban.
Muchos niños
piden juguetes, cochecitos o muñecas. Hay algunos que piden una barbaridad de
cosas, como bicicleta, tren con su respectiva vía, patines, robots, casas de
muñecas, cocinas de juguete equipadas..etc.
Y muy pocos
son los que dentro de su humildad, piden una sola cosa: que sus papás estén en
casa por esas fechas, que haya salud en la familia, o que sus papás sigan
juntos, entre otros.
Esas cartas
las lleva el cartero a la sede desde donde es mandada al Polo Norte. Ahí las
reciben todas juntas los ayudantes de Papá Noel, y las clasifican por el tipo
de regalos que pidieron.
Papá Noel es
muy sabio, y se conoce a todos los niños del mundo entero, incluso a los más
pequeños. Lleva un registro con todas las cosas que hicieron, tanto buenas como
malas, y es el único que puede decir a quién preparar regalos y a quien no.
Asi que, los
ayudantes llevan preparando regalos todo el año porque más o menos saben que es
lo que piden los niños habitualmente. Únicamente los regalos nuevos se preparan
en el mes de diciembre.
El dia
veinticuatro por la noche, los ayudantes meten todos los regalos en un saco
gigante sin fondo, lo montan en la carroza, y tirado por renos mágicos que
vuelan, Papá Noel empieza su travesia.
Como será
que tiene una sola noche para repartir regalos por todos los rincones del
mundo. En cada pueblecito, ciudad, o zonas menos habitadas, tiene que dejar un
regalo asi sea por niño.
En 2019 Papá
Noel dejó regalos en las habitaciones de los niños que vivían en un orfanato,
aun sabiendo que lo único que pedían era una familia que los cuidase. Ese año
mandó preparar millones de regalos más para repartir.
El dia
veinticinco por la mañana temprano, se despertaron todos los niños, algunos más
temprano, otros más tarde, y a varios los tenían que levantar sus padres.
Iban
corriendo a ver que encontraban debajo del árbol de navidad, y lo más bonito de
esas fechas era siempre ver las caras de ilusión que tenían todos cuando abrían
los regalos.
Ese
entusiasmo con el que rompían el papel de envolver, algo nerviosas pero muy
ansiosos por saber si les traerían lo que pidieron.
Sin embargo
no siempre fue tan idílico todo. Recuerdo que un año no se pudieron entregar
muchos regalos a tiempo debido a un problema que pasó en el polo norte.
Papá Noel se
encontraba malo del estómago y tuvo que ser su ayudante más espabilado, Tilin,
quien llevase los regalos a las casas de todos los niños.
Era un elfo
de lo más bueno, respetaba a su jefe y lo adoraba como a un propio padre. Esa
noche, empezó por Estados Unidos, y a medida que se iba acabando el globo terráqueo,
el elfo no tenía la misma vitalidad de Papá Noel para entregar regalos rápido y
no había terminado con los regalos del saco, cuando de pronto cayó en un sueño
profundo dentro de la carroza.
Pero menuda
fue su mala suerte que se le cayó el saco con el resto de los regalos.
Los renos
viendo que no hacían más paradas, lo llevaron de vuelta al polo norte.
Tilin estaba
muy cansado y encima había perdido el saco con el resto de los regalos. Le
esperaba una buena regañina.
Concretamente
el saco cayó en la ciudad de Pekin, en un barrio pequeño.
Un niño vio
desde su ventana como caía el saco, y salió corriendo a la calle a mirar.
Lo abrió y
vio todos los regalos que había dentro con el nombre y la dirección de cada
niño.
Llamó a algunos
amiguitos que sabía que le ayudarían, y fueron todos casa por casa dejando los
regalos delante de cada puerta.
Cuando llegó
Tilin al polo norte, fue avergonzado a casa de papá Noel, y le contó lo que
había pasado aquella noche.
Esperaba una
riña por parte de papá Noel, pero éste amablemente le dijo:
-No te
preocupes, Tilin. Esa tarea era mía, y tu hiciste lo que pudiste.
Mandaré a alguien
para que busque el saco con el resto de los regalos y los terminaré de repartir
con un juguete extra para cada niño.
Dicho eso,
mandó a Narizón a buscar los regalos que se perdieron a Japón. Este encontró el
saco vacío en la puerta de Kimori, el niño que lo encontró.
Narizón se
echó unos polvos encima que lo hacían parecer humano, y picó a la puerta.
-Buenos
días, soy nuevo en Pekin. ¿Me puedes decir si a ti te trajo regalos papa Noel?
Kimori le
dijo lo que había pasado, que él y sus amigos terminaron de repartir los
regalos del saco de papa Noel y que lo dejó colgado de su puerta para que se lo
llevase.
Cuando se
despidió del niño, cogió el saco con mucho cuidado y salió corriendo de nuevo
al polo norte.
Le contó a
papa Noel que un niño llamado Kimori encontró el saco con los regalos y los repartió
con sus amigos.
Papá Noel
buscó a ese niño en sus archivos para ver quiénes eran sus amigos, y ordenó a
sus ayudantes que hicieran unos trofeos con la siguiente inscripción: “Para los
mejores ayudantes de Papá Noel”.
Pasaron unos
días hasta que papá Noel mejoró de salud, y fue él mismo en persona y dejó los
trofeos más algunos regalos extra para cada niño por la ayuda.
Desde
entonces Kimori mira todas las navidades por la ventana a ver si no vuelve a
caer otro saco con regalos para repartir.
Comentarios
Publicar un comentario