El hombre que no podía crecer –Gianni Rodari


Había una vez un hombre que vivía cerca de un pantano y que medía sólo cuarenta y cinco centímetros. Confiaba en que iba a crecer, pero no crecía nada. Cuando se cansó de esperar, decidió pedir consejo a seres vivos más altos que él y habló primero con el caballo:

-Amigo caballo –le dijo-, ¿Cómo puedo hacer para volverme tan grande y corpulento como tú?
-Es fácil. Debes comer muchos cereales, sobre todo de avena, y correr todo el día. Verás como, en menos de una semana, crecerás tanto como yo.

El hombrecito de cuarenta y cinco centímetros de altura volvió a casa y, durante un mes, siguió con la receta que le había dado el caballo. Sólo comía cereales, sobre todo avena, y no hacía más que correr durante todo el día. Pero crecer, no crecía. Todos los cereales le pesaban mucho en el estómago y le dolían las piernas de tanto correr. Entonces pensó en pedirle consejo a algún otro y se fue a ver al buey.

-Amigo –le dijo-, ¿Qué debo hacer para volverme tan grande y corpulento como tú?
-Es fácil. Debes comer mucho heno y mucha hierba y quedarte todo el día, echado de lado, rumiando. Verás como, en menos de una semana, crecerás tanto como yo.

El hombrecito de cuarenta y cinco centímetros de altura volvió a casa y, durante un mes, siguió con la receta que le había dado el buey.

Sólo comía hierba y heno y se pasaba todo el día echado de lado rumiando. Pero crecer, no crecía. Toda aquella hierba le pesaba mucho en el estómago y, de tanto tiempo que pasaba tumbado, tenía el lado derecho o, según los casos, el izquierdo, muy dolorido. Entonces pensó en pedirle consejo a algún otro y fue a hablar con el búho, famoso sabio.

-Amigo, tú que eres tan sabio, ¿sabes decirme qué debo hacer para ser más alto?
-Dime una cosa. ¿Para qué quieres volverte más alto?
-Para ver más desde lejos.
-Si quieres ver más desde lejos, súbete a un árbol. ¿O acaso no eres capaz de trepar?
-Claro que soy capaz. Pero n ose me había ocurrido semejante cosa.
El búho entornó los ojos y dijo:

-Óyeme: el hombre no necesita tener un gran cuerpo, sino un buen cerebro. Quien desarrolla su inteligencia, siempre es grande y dueño de una gran fortaleza.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuatro pitufos en apuros - Cuento mio

El niño de la gorra de beisbol -Cuento mio

El gato Zarpas-desconocido