La flauta de Atenea -Juan Kruz Igerabide
Atenea era una gran inventora. Un día, paseando por el campo, encontró
dos huesos de ciervo. Los ató, los agujereó, sopló...e inventó la flauta.
Los dioses, en sus banquetes, la invitaban a tocar y a deleitar los oídos
de los invitados. Todos la escuchaban embelesados, exceto Hera y Afrodita, que
no paraban de cuchichear entre risitas maliciosas.
-¡Fíjate, fíjate! Mira que morritos pone.
Y se reían por lo bajo.
-¡Mira, mira! Sus mejillas
parecen sandías.
Atenea, que las veía reírse, se acercó disimuladamente para escuchar lo
que decían. Cuando las sorprendió burlándose de ella, dio un grito de guerra
que asustó a los invitados. A algunos, medio adormilados, se les cayó el plato
al suelo.
-¡No aguanto más risitas! ¡Se acabó la música!
Los dioses le rogaron que no hiciera caso de las diosas burlonas, y
trataron de convencerla para que siguiera tocando.
-Anda, bonita. Que lo haces divinamente. No nos dejes así, que nos aburrimos. Pero Atenea estaba muy
dolida.
-¡Ni por todo el oro del Olimpo!
Dio un saltó, y bajó a la tierra,
abandonando el banquete toda enfadada. Los dioses quedaron apesadumbrados. Hera
y Afrodita se esfumaron sigilosamente, por si las moscas.
Atenea se dirigió a un bosque; se detuvo ante un charco, se llevó la
flauta a los labios, y sopló para verse reflejada mientras tocaba la flauta.
-¡Estoy horrible! -gritó al ver sus hinchadas mejillas y sus labios
deformados.
Contrariada y furiosa, arrojó lejos la flauta diciendo:
-Quien la encuentre, sufrirá.
Resulta que se la encontró un tal Marsias. Al punto, se llevó a la boca
la flauta, y quedó embelesado por las melodías que emitía, pues aún conservaba
en su interior la música de Atenea.
En adelante, Marsias encandilaba a todo el mundo con su flauta, y llegó
a compararse con el mismísimo Apolo, dios de la música.
-Yo creo que toco mejor que Apolo -se jactaba ante todo el mundo.
Las fanfarronadas de Marsias llegaron a oídos de Apolo, quien montó en
cólera.
-¡Qué se habrá creído! ¡Ahora verá lo que es bueno!
Se presentó ante Marsias y lo retó a ver quién tocaba mejor. Marsias
aceptó encantado; se veía capaz de ganar al dios y arrebatarle la fama de mejor
músico del universo.
Apolo llamó a las musas, para que formaran el jurado que debía decidir
cuál de los dos era mejor músico.
Ambos músicos comenzaron a tocar sus respectivos instrumentos:
Marsias su flauta, y Apolo su arpa- lira. Lo hicieron tan bien, que las
musas declararon que había empate.
Entonces, Apolo propuso un ejercicio a Marsias:
-A que no haces como yo: tocar con el instrumento al revés y cantar al
mismo tiempo.
Marsias, por mucho que lo intentó, no acertó a cantar y a un tiempo tocar la flauta por el
lado contrario, porque condicho instrumento no se podía. Apolo, en cambio,
situó el arpa-lira boca abajo, comenzó a tañer la melodía y cantó con dulce
voz. Las musas lo declararon vencedor.
Marsias, derrotado, entregó su flauta y desapareció.
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