El gato con botas - Charles Perrault
En una lejana aldea llamada Pocacosa de Abajo,acababa de morir el molinero.Dejaba tres hijos y el mayor,haciendo valer sus derechos,reclamó el molino; el segundo, por razón de seguirle en edad el burro, con el que podría ganarse la vida. El tercero, ¡ay!, tuvo que conformarse con lo único que quedaba: un gato marrullero.
-¡Aviado estoy, sin otro capital que un gato!- suspiro el joven.
-Tranquilo, amo mío -dijo el Gato-.
Confía en mí y no te arrepentirás.Sabes que soy listo.
¡Y vaya si lo era,además de saber hablar!
Como primera medida exigió un sombrero, unas botas y un saco. Y se fue al monte. Pronto tenía un conejo en el saco y con él se presentó ante el Rey, al que saludó con ceremonia al ofrecerle el conejo.
-De parte de mi amo,el Marqués de Carabás.
-Dad las gracias a vuestro amo,el Marqués de Carabás -dijo el admirado monarca, intrigado por aquel desconocido marqués y su estrafalario Gato.
El adelante, utilizando mil tretas, el Gato con Botas siguió llevando presentes al Rey.
Entre unas cosas y otras, el soberano ardía en deseos de conocer al Marqués de Carabás.
-¡Debe ser un tipo la mar de original! -se decía intrigado.
Cierto día en que amo y criado paseaban a orillas del río, el animalito apremió:
-¡Rápido, amo mío, despojaos de la ropa y entrad en el río! Y gritad fuerte, como si os ahogaseis.
El muchacho, sorprendido, obedeció.
El astuto Gato, que había visto acercarse a la carroza real,empezó a gritar pidiendo auxilio.
Oyó los gritos el Rey, e hizo detenerse el carruaje. El Gato se acercó todo alborotado y explicó sin enrojecer:
-¡Oh,Majestad! Unos ladrones han robado la ropa de mi amo, el Marqués de Carabás, mientras se bañaba en el río y ahora no puede salir.
-¡A ver! ¡Sacad del equipaje un traje mío para el marqués! -dijo el monarca a sus lacayos, en tanto el gato ocultaba su satisfacción. Y sucedió que el Rey iba acompañado de su hija, la princesa heredera, bellísima por cierto,y que ella se sintió prendada del apuesto joven que, vestido con un traje de su padre, se acercaba cortés.
Invitó al marqués a sentarse a su lado y el Gato, por su parte, echó a correr delante la carroza y ordenando a los campesinos que encontraba a su paso :
-Pronto llegará el Rey.Cuando pregunte de quién son estos campos responded que de vuestro amo el Marqués de Carabás.
Si así no lo hacéis, Nubarrón os lo hará pagar muy caro.
Por este motivo,los asustados campesinos respondieron al Rey, cuando preguntó a quién pertenecían las tierras, que al Marqués de Carabás, pero en realidad, su dueño era Nubarrón, un ogro bruto y de mucho cuidado. Seguidamente, el Gato con Botas se fue al castillo del ogro y, plantado ante él, le retó fanfarrón:
-¿Es cierto que podéis convertiros en cualquier animal?
-¡Y tan cierto! ¡Ahora verás! ¡Augh...!
-Se había vuelto león.
El Gato casi se muere del susto, pero reaccionó a tiempo y...
-¡Bah! -desdeñó-con tu tamaño esto es muy fácil. ¡Ja! Nunca podrás convertirte en ratón.
Cayó Nubarrón en la trampa,se transformó en un abrir y cerrar de ojos en ratoncillo y el Gato, que estaba al acecho, hizo gala de sus dotes de cazador, zampándoselo lindamente.
Cuando la carroza regia llegó al castillo que había sido del ogro Nubarrón, el Gato trapalón se adelantó a recibir a los reales personajes y su amo.
-Bienvenidos al castillo del Marqués de Carabás -dijo, con obsequiosa reverencia.
El joven procuró hablar a parte con su Gato, ya que no entendía nada de aquel galimatías.
Se lo explicó detalladamente el animalito y supo que era el dueño del castillo y las inmensas posesiones del ogro Nubarrón. Y poco después, cuando solicitó la mano de la bella princesa, el Rey se la concedió, encantado de tener un yerno tan rico o más que él.
Como los jóvenes se amaban, fueron felices. ¡Ah!, el Gato todavía más, convertido, por su talento, en Primer Ministro.
-¡Aviado estoy, sin otro capital que un gato!- suspiro el joven.
-Tranquilo, amo mío -dijo el Gato-.
Confía en mí y no te arrepentirás.Sabes que soy listo.
¡Y vaya si lo era,además de saber hablar!
Como primera medida exigió un sombrero, unas botas y un saco. Y se fue al monte. Pronto tenía un conejo en el saco y con él se presentó ante el Rey, al que saludó con ceremonia al ofrecerle el conejo.
-De parte de mi amo,el Marqués de Carabás.
-Dad las gracias a vuestro amo,el Marqués de Carabás -dijo el admirado monarca, intrigado por aquel desconocido marqués y su estrafalario Gato.
El adelante, utilizando mil tretas, el Gato con Botas siguió llevando presentes al Rey.
Entre unas cosas y otras, el soberano ardía en deseos de conocer al Marqués de Carabás.
-¡Debe ser un tipo la mar de original! -se decía intrigado.
Cierto día en que amo y criado paseaban a orillas del río, el animalito apremió:
-¡Rápido, amo mío, despojaos de la ropa y entrad en el río! Y gritad fuerte, como si os ahogaseis.
El muchacho, sorprendido, obedeció.
El astuto Gato, que había visto acercarse a la carroza real,empezó a gritar pidiendo auxilio.
Oyó los gritos el Rey, e hizo detenerse el carruaje. El Gato se acercó todo alborotado y explicó sin enrojecer:
-¡Oh,Majestad! Unos ladrones han robado la ropa de mi amo, el Marqués de Carabás, mientras se bañaba en el río y ahora no puede salir.
-¡A ver! ¡Sacad del equipaje un traje mío para el marqués! -dijo el monarca a sus lacayos, en tanto el gato ocultaba su satisfacción. Y sucedió que el Rey iba acompañado de su hija, la princesa heredera, bellísima por cierto,y que ella se sintió prendada del apuesto joven que, vestido con un traje de su padre, se acercaba cortés.
Invitó al marqués a sentarse a su lado y el Gato, por su parte, echó a correr delante la carroza y ordenando a los campesinos que encontraba a su paso :
-Pronto llegará el Rey.Cuando pregunte de quién son estos campos responded que de vuestro amo el Marqués de Carabás.
Si así no lo hacéis, Nubarrón os lo hará pagar muy caro.
Por este motivo,los asustados campesinos respondieron al Rey, cuando preguntó a quién pertenecían las tierras, que al Marqués de Carabás, pero en realidad, su dueño era Nubarrón, un ogro bruto y de mucho cuidado. Seguidamente, el Gato con Botas se fue al castillo del ogro y, plantado ante él, le retó fanfarrón:
-¿Es cierto que podéis convertiros en cualquier animal?
-¡Y tan cierto! ¡Ahora verás! ¡Augh...!
-Se había vuelto león.
El Gato casi se muere del susto, pero reaccionó a tiempo y...
-¡Bah! -desdeñó-con tu tamaño esto es muy fácil. ¡Ja! Nunca podrás convertirte en ratón.
Cayó Nubarrón en la trampa,se transformó en un abrir y cerrar de ojos en ratoncillo y el Gato, que estaba al acecho, hizo gala de sus dotes de cazador, zampándoselo lindamente.
Cuando la carroza regia llegó al castillo que había sido del ogro Nubarrón, el Gato trapalón se adelantó a recibir a los reales personajes y su amo.
-Bienvenidos al castillo del Marqués de Carabás -dijo, con obsequiosa reverencia.
El joven procuró hablar a parte con su Gato, ya que no entendía nada de aquel galimatías.
Se lo explicó detalladamente el animalito y supo que era el dueño del castillo y las inmensas posesiones del ogro Nubarrón. Y poco después, cuando solicitó la mano de la bella princesa, el Rey se la concedió, encantado de tener un yerno tan rico o más que él.
Como los jóvenes se amaban, fueron felices. ¡Ah!, el Gato todavía más, convertido, por su talento, en Primer Ministro.
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