La tienda de Camelia
-¿Me das veinticinco nueces, por favor? -pregunta la ardilla. La conejita Camelia sonríe amablemente, porque sabe que la ardilla es tan despistada que siempre olvida donde ha escondido sus provisiones para el invierno. La tienda de Camelia nunca está vacía; los animales de Campoverde y de Arboleda van por allí de la mañana a la tarde.
Camelia es muy atenta y las estanterías de su almacén están repletas de las mercancías mas interesantes: libros para el señor Búho y sus alumnos, pilas de repuesto para las luciérnagas, crujientes de lechuga para los caracoles, bayas rojas y jugosas para los mirlos, miel de primera calidad para las abejas, néctar de nenúfar para las libélulas, gorros de dormir para los topos, flores artificiales para decorar madrigueras y nidos durante el invierno, despertadores para los lirones...
El secreto del éxito de Camelia es que nunca hay problemas de dinero entre sus clientes y ella: todo se paga con sonrisas,bromas y cumplidos. Así, no es nada extraño que su comercio sea tan floreciente.
Camelia es muy atenta y las estanterías de su almacén están repletas de las mercancías mas interesantes: libros para el señor Búho y sus alumnos, pilas de repuesto para las luciérnagas, crujientes de lechuga para los caracoles, bayas rojas y jugosas para los mirlos, miel de primera calidad para las abejas, néctar de nenúfar para las libélulas, gorros de dormir para los topos, flores artificiales para decorar madrigueras y nidos durante el invierno, despertadores para los lirones...
El secreto del éxito de Camelia es que nunca hay problemas de dinero entre sus clientes y ella: todo se paga con sonrisas,bromas y cumplidos. Así, no es nada extraño que su comercio sea tan floreciente.
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