El pingüino Paul quiere volar- Gill Davies
Los
pingüinos son unos nadadores excelentes. Pueden sumergirse hasta grandes
profundidades y deslizarse y dar volteretas en el agua. También pueden nadar
tan rápidos como cualquier pez, pero ningún pingüino ha aprendido a volar.
-¡No es
justo!- dice el pingüino Paul, mientras observa las gaviotas revoloteando en el
cielo radiante y azul por encima de su cabeza.
-Yo también
quiero volar como los otros pájaros.
-Quiero
volar- le dije Paul a su madre cuando se dirige a reunirse con sus amigos en la
gran pendiente de hielo.
-No seas
bobalicón- le dice su madre-. ¡Esto es mucho más divertido!
Y los dos se
ponen boca abajo para deslizarse por el hielo hasta el mar.
-Esto es muy
divertido- acepta Paul cuando salen del agua-, pero yo quiero volar.
-¿Has podido
volar alguna vez?- le pregunta Paul a la vieja Ballena Sabia mientras navega
junto a ella.
-No del
todo- dice la Ballena-. Pero de vez en cuando salto del agua y me parece estar
volando.
-Voy a
intentarlo- dice Paul, dando un gran salto fuera del agua para volver a
aterrizar en el hielo.
¡Yupiiiiii!
-¡Qué
divertido!- exclama Paul corriendo hacia un iceberg junto a centenares de
pingüinos y saltando al mar-.
¡Yupiiiii!
Realmente
esto es superdivertido, pero yo también quiero poder volar.
De repente
se produce un gran estruendo. Paul acaba de aterrizar junto a Nieve, la foca
blanca.
-¡Hola
Paul!- dice Nieve.
-¡Hola,
Nieve! –dice Paul-. ¿Has podido volar alguna vez?
-No del
todo- contesta Nieve-. Pero de vez en cuando respiro hondo, extiendo mis
aletas, meneo enérgicamente la cola y me lanzo al agua a tal velocidad que me
parece estar volando.
-¡Voy a
intentarlo! –dice Paul, lanzándose tan rápido hacia las olas que por un momento
le parece estar volando.
¡Yupiiii!
-¿Puedes
volar?- le pregunta Paul al conejo Peludo mientras pasea por la nieve.
-No del
todo- contesta el conejo Peludo-. Aunque algunas veces salto tan alto que tengo
la impresión de que puedo tocar el cielo. Es muy divertido brincar y saltar.
¿Quieres jugar conmigo?
Paul y
Peludo saltan, brincan, corren y dan volteretas en la nieve hasta que llega la
noche.
El aire es
helado y las estrellas asoman en el cielo cuando Paul emprende el camino de
vuelta hacia casa.
Durante el
trayecto se encuentra a Reno, que está ocupado limpiando sus astas en la nieve.
-Mi madre
dice que has venido volando- dice Paul-. ¿Es cierto que puedes volar? ¿Dónde
tienes las alas?
-No, pequeño
Paul, me temo que no puedo volar- le responde Reno con tristeza-. Aunque hay
historias sobre algunos renos afortunados que sí pueden volar.
Reno observa
con atención el cielo de la noche y añade:
-Se está
haciendo muy tarde, Paul, y deberías estar en casa. Tu mamá estará preocupada.
-Sí, tienes
razón- dice Paul-, tengo que darme prisa. El pingüino sale corriendo,
deslizándose sobre el hielo.
-¡Espera!-
grita Reno-. Yo puedo llevarte a tu casa.
Así pues,
Paul salta al lomo de Reno y se sujeta fuertemente a sus astas mientras éste
galopa por la nieve.
-¡Es
fantástico! –exclama Paul.
El aire los
golpea con fuerza a su paso. Ambos tienen la sensación de estar volando.
¡Yupiii!
-Gracias- le
dice Paul a Reno frente a la puerta de su casa-. Ahora ya sé cuál es la
sensación que se tiene al volar. Ha sido fantástico. ¿Puedo volver a montar en
tu lomo mañana?
Reno
asiente. Está contento de tener un nuevo amigo.
-¿Has podido
volar?- pregunta papá a Paul cuando éste entra en casa.
-Bueno…volar,
volar… no exactamente. Aunque se le parecía bastante- replica Paul con una
sonrisa.
-¡Vaya lio
que te estás haciendo!- se ríe su padre.
-¡He corrido
tan rápido que me parecía estar volando!-explica Paul-. ¡Estaba flotando en el
aire…y ha sido mágico!
-¡Muy bien!-
dice la mamá de Paul. Ahora vamos a cenar. Yo también he ido volando a todas
partes, deslizándome, comprando y cocinando. Y tu padre ha estado saltando
icebergs, corriendo y pescando, así que todos hemos tenido un día muy agotador.
Vamos a
disfrutar tranquilamente de la cena que os he preparado.
Y así lo
hacen.
Mientras
Paul come un delicioso pescado, sueña con galopar de nuevo a lomos de Reno.
Algún día, si tiene suerte, conocerá a aquellos renos especiales que pueden
volar de verdad…, y subir directo al cielo a medianoche. ¿No sería maravilloso?
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