Deméter y Core -Juan Kruz Igerabide


Deméter era la diosa de los campos, y de ella dependían las cosechas. Tenía una hermosa hija, Core, que significa "doncella", a la que amaba con locura.
Hades, el dios de los infiernos, se asomó en cierta ocasión a la superficie, como acostumbraba a hacer de cuando en cuando. Se encontró a la hermosa Core, y no se le ocurrió  otra cosa que raptarla y llevársela consigo a los infiernos.
Deméter, viendo que su adorada hija no regresaba a su lado, se puso a llamarla a gritos y a buscarla por todas partes.
-¿Alguien ha visto a Core?
Nadie había visto a Core. Algunos habían oído gritos de socorro y habían visto un carro tirado por unos caballos negros. De repente, se había abierto la tierra, y el caro había desaparecido bajo ella. La negra figura que lo conducía llevaba a una muchacha en brazos, que lloraba y pataleaba para soltarse.
Era suficiente para Deméter; no necesitaba más explicaciones. Bien sabía que Hades era el único que podía desaparecer bajo tierra con su carro y sus caballos negros.
Furiosa, ascendió al Olimpo y se presentó ante su hermano Zeus, con el que no se llevaba muy bien:
-Oye, mal hermano: has permitido que Hades rapte a mi hija. O me la devuelve ahora mismo o se acabaron las cosechas y los frutos. ¿Entiendes?
Se marchó, rabiosa, dejando a su hermano con la palabra en  la boca; bajó a tierra e hizo que se secaran las cosechas, los frutos y las fuentes. El clamor de los seres humanos que poblaban las tierras ascendió hasta el Olimpo. A su vez, las quejas de los dioses, hambrientos y sedientos, hirieron los oídos de Zeus.
Zeus, alarmado, envió a Hermes, el mensajero de los dioses, a los infiernos, también llamado Tártaro, con una orden para Hades:
-Suelta a Core, o te enfrenterás con mi rayo.
Hades obedeció. Pero resulta que Core se había tragado tres granos de la granada de los infiernos. Quien come algún fruto infernal ya no puede abandonar dicho lugar.
Deméter, al enterarse de lo ocurrido, lloró y lloró. Furiosa y desesperada, no sólo impidió que crecieran las cosechas, sino que hizo que se pudrieran todos los alimentos almacenados y secó flores y árboles.
El fin del mundo estaba próximo.
Zeus, apurado, corrió a pedir consejo a su anciana madre Rea.
Esta le dijo unas sabias palabras:
-Si Core ha probado el fruto del infierno, está condenada para siempre. Pero puedes proponer un trato  a Hades: que de vez en cuando deje salir a la muchacha a pasar una temporada con su madre, con la condición de que regrese puntualmente.
A Zeus le pareció buena idea. Sin embargo, sabía que Deméter, cada vez que su hija bajara al infierno, se enfurruñaria y secaría los campos. Conocía perfectamente el mal genio de su hermana.
Así que ordenó a Hades:
-Vas a dejar que Core salga del infierno durante nueve meses del año. Y regresará para permanecer otros tres meses en tu oscuro mundo.
Hades protestó, pero Zeus le mostró su rayo.  Las condiciones del rey del Olimpo se cumplieron.
Así, cuando en primavera Core regresaba al lado de su madre, florecían los campos, y daban frutos y cosechas hasta finales de otoño. En invierno, cuando Core bajaba al Tártaro, Deméter se estristecía, y la tierra dejaba de dar frutos.
En el infierno, a Core la llamaban Perséfone, que siginifica "reina del oscuro mundo".


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