La venganza del mono

 Había una vez un poderoso emperador que vivía en un gran palacio rodeado de hermosos jardines. 

En uno de los extremos del palacio estaba la cocina y en el otro un gran establo para caballos y una sala para criar cabras. También tenía un gran jardín donde vivía una gran familia de monos.

El emperador era muy aficionado a los animales a los que cuidaba con esmero y nunca les faltaba comida.

Sin embargo, una de las cabras era muy codiciosa, y a menudo se colaba en la cocina para robar comida.

El cocinero siempre le lanzaba algo para que se marchara.

El mono más anciano y sabio del grupo observaba que este gesto se repetía cada día y pensaba: "Esta pelea conducirá a la huida de mis compañeros".

Un par de semanas más tarde, la codiciosa cabra, como de costumbre, se volvió a escabullir dentro de la cocina. El cocinero, que estaba preparando un  gran convite, se puso furioso y le arrojó un trozo de leña para ahuyentarla. El pelo de la cabra empezó a arder y esta, muerta de miedo, fue corriendo hacia el establo. En ese momento el heno apilado en el establo empezó a arder y se produjo un gran incendio. 

El anciano mono vio toda la escena y llamando al resto de sus compañeros les dijo: "Debemos salir del palacio inmediatamente o estaremos condenados".

Sin embargo, el resto de monos se negaron a abandonar la buena vida que tenían en el palacio, por lo que el anciano tuvo que huir del palacio solo.

Mientras tanto, en el establo, varios caballos del emperador sufrieron quemaduras graves. Los veterinarios le aconsejaron al emperador que, para que sus heridas no se infectaran, debía retirar a los monos del jardín inmediatamente. 

Era difícil ahuyentar a los monos, así que el monarca ordenó que los atraparan y los enjaularan.

Como los criados estaban ocupados atendiendo a los caballos, se olvidaron de los monos, que fallecieron de hambre.

Cuando le llegó la noticia, el anciano mono se entristeció profundamente y prometió vengarse.

Después se acercó a un lago para beber, pero se detuvo en seco al intuir que estaba en peligro.

Observando a su alrededor, descubrió muchas huellas que conducían al lago, pero ninguna volvía de allí. 

Por este motivo, decidió beber sin acercarse demasiado utilizando el tallo de un loto a modo de pajita.

De repente, salió a la superficie del lago un cocodrilo que llevaba puesto un collar de perlas y que le dijo: "Mono, eres muy sabio. Me has impresionado con tu sabiduría así que te concederé un deseo".

Entonces, el mono le contó su triste historia al cocodrilo.

Después de escucharla, el caimán le contestó: "Trae aquí a los miembros de la familia del emperador al lago, yo los atraparé y así podrás vengarte.

Así, el anciano mono volvió al palacio del emperador y, mostrándoles el collar, le dijo: "Encontré este collar y otros muchos adornos en un lago que está en medio del bosque.

El emperador quedó muy impresionado al ver aquellas riquezas, así que decidió ir a ver aquel lago. De este modo, el anciano mono condujo al monarca y a su familia hasta el lugar señalado. Todos excepto el emperador entraron en el lago en busca de los tesoros.

Después de un tiempo, cuando el emperador se dio cuenta de que nadie salía del agua, empezó a sospechar y le pidió explicaciones al mono. 

El animal le contestó burlonamente: "Emperador, dentro del lago hay un cocodrilo que ha atrapado a todos tus seres queridos. Esto es por lo que hiciste: enjaulaste a todos los monos del jardín de tu palacio y los dejaste morir de hambre. Aprenderás a respetar y a amar a todas las creaciones de la Naturaleza por igual".

Moraleja: Lo que siembras, cosecharás



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