La Cenicienta - Hermanos Grimm
En un país lejano que nadie sabe cuál es,vivía una linda y bondadosa muchachita a la que todos llamaban cenicienta.
Había perdido a su mamá siendo pequeñita, y su buen padre volvió a casarse con una señora a que creyó buena y era la maldad misma.
Pero además,tenía dos hijas espantosamente feas y tan malignas como su madre.Para colmo de males,también el caballero murió y la pobre niña quedó en poder de aquellas tres arpías.
-¡Cenicienta,tráeme el café!
¡Cenicienta,torpe,vuelve a tu fogón!
¡Ay,no sirves para nada!-decían de continuo.
Se pasaban el día insultando y ordenando a la pobre muchacha. A ésta,más que el trabajo,más que los insultos,lo que realmente le hacía sufrir era la falta de un ser querido.
Callaba,obedecía y,al quedarse sola,daba rienda suelta a sus lágrimas.
Mas también existían ciertos seres que la adoraban.
¿Dónde están esos amigos de la pobre niña?¡Oh,en todas partes!
En el desván,en la despensa,en los árboles,la hierba y el aire...
Son los pájaros que vienen a piar junto a su ventana;son los ratoncillos que escapan del gato...y todos reciben ternura y cuidados de su buena amiga y la consuelan también.
Por aquellos días,la madre y las hijas andan fuera de sí.Y todo porque se ha anunciado el baile en palacio y se sabe que el príncipe elegiría esposa entre las asistentes.
Y estaban como locas,a vueltas con trapos y perifollos.
-Seguramente el príncipe elegirá por esposa a una de mis bellas hijas-decía la madrastra a Cenicienta-.
Pero tú,pobretona,no irás.Llegó el gran día y las tres mujeres se marcharon satisfechas como pavos,en tanto Cenicienta lloraba sus desdichas.
De pronto,la cocina se iluminó y el Hada Gordinflona y buena consoló a Cenicienta.
La tocó con su varita y...¡Oh,maravilla,la niña apareció ricamente engalanada!
Una calabaza se convirtió en carroza,los ratoncitos en caballos blancos y un par de pavos en estirados lacayos.
El hada,sonriente,dijo:
-Sé feliz,querida niña;y no olvides que antes de que las campanadas de las doce acaben de tañer,tendrás que abandonar el baile.Es mi única condición.
Lo prometió Cenicienta y partió en la carroza tirada por los veloces caballos blancos...
En unos instantes,llegaba ante la escalinata de palacio.
Cenicienta,soberanamente hermosa,apareció en el salón y los presentes se quedaron mudos de admiración.
Mas ninguno tanto como el príncipe que inmediatamente la sacó a bailar.
Y todos decían:
¿Quién será?¿Quién no será...?
Por instantes el príncipe se sentía más dichoso y Cenicienta más radiante...Y los dos,embobados,se miraban a los ojos.De pronto,empezaron a sonar las campanadas de las doce.
La pobre niña sintió que el final de su sueño feliz había llegado.
Arrancándose de los brazos de su príncipe,echó a correr,tanto y tanto que,en las escaleras,perdió un zapatito de oro y cristal.
Desolado,el príncipe recogió el zapatito y,aunque corrió en todas direcciones,no pudo hallar a su dueña.
Al día siguiente,los heraldos del rey pregonaban por toda la ciudad:
"Se busca a la bella joven que bailó con el príncipe y perdió su zapatito de oro y cristal.
La dueña del mismo será la esposa del príncipe, pues enamorado de ella está y sólo con ella se casará."
¡Ay!,todas las muchachas pretendían ser dueñas del zapatito cuando los heraldos recorrieron con él las casas de la ciudad.
Y más que nadie las feas hermanas de Cenicienta. Mas a ninguna le está.Las tres mujeres casi explotan de cólera cuando,al ponerlo los pajes en el pie de la niña ve que le sienta como anillo al dedo.
Cenicienta sonríe....
La carroza regia,la traslada al palacio real entre las aclamaciones del pueblo y la felicidad del príncipe cuando la ve llegar.Se celebran las bodas.Son alegres como pocas,entre repique de campanadas y el gozo de cuantos a Cenicienta quieren bien...
Había perdido a su mamá siendo pequeñita, y su buen padre volvió a casarse con una señora a que creyó buena y era la maldad misma.
Pero además,tenía dos hijas espantosamente feas y tan malignas como su madre.Para colmo de males,también el caballero murió y la pobre niña quedó en poder de aquellas tres arpías.
-¡Cenicienta,tráeme el café!
¡Cenicienta,torpe,vuelve a tu fogón!
¡Ay,no sirves para nada!-decían de continuo.
Se pasaban el día insultando y ordenando a la pobre muchacha. A ésta,más que el trabajo,más que los insultos,lo que realmente le hacía sufrir era la falta de un ser querido.
Callaba,obedecía y,al quedarse sola,daba rienda suelta a sus lágrimas.
Mas también existían ciertos seres que la adoraban.
¿Dónde están esos amigos de la pobre niña?¡Oh,en todas partes!
En el desván,en la despensa,en los árboles,la hierba y el aire...
Son los pájaros que vienen a piar junto a su ventana;son los ratoncillos que escapan del gato...y todos reciben ternura y cuidados de su buena amiga y la consuelan también.
Por aquellos días,la madre y las hijas andan fuera de sí.Y todo porque se ha anunciado el baile en palacio y se sabe que el príncipe elegiría esposa entre las asistentes.
Y estaban como locas,a vueltas con trapos y perifollos.
-Seguramente el príncipe elegirá por esposa a una de mis bellas hijas-decía la madrastra a Cenicienta-.
Pero tú,pobretona,no irás.Llegó el gran día y las tres mujeres se marcharon satisfechas como pavos,en tanto Cenicienta lloraba sus desdichas.
De pronto,la cocina se iluminó y el Hada Gordinflona y buena consoló a Cenicienta.
La tocó con su varita y...¡Oh,maravilla,la niña apareció ricamente engalanada!
Una calabaza se convirtió en carroza,los ratoncitos en caballos blancos y un par de pavos en estirados lacayos.
El hada,sonriente,dijo:
-Sé feliz,querida niña;y no olvides que antes de que las campanadas de las doce acaben de tañer,tendrás que abandonar el baile.Es mi única condición.
Lo prometió Cenicienta y partió en la carroza tirada por los veloces caballos blancos...
En unos instantes,llegaba ante la escalinata de palacio.
Cenicienta,soberanamente hermosa,apareció en el salón y los presentes se quedaron mudos de admiración.
Mas ninguno tanto como el príncipe que inmediatamente la sacó a bailar.
Y todos decían:
¿Quién será?¿Quién no será...?
Por instantes el príncipe se sentía más dichoso y Cenicienta más radiante...Y los dos,embobados,se miraban a los ojos.De pronto,empezaron a sonar las campanadas de las doce.
La pobre niña sintió que el final de su sueño feliz había llegado.
Arrancándose de los brazos de su príncipe,echó a correr,tanto y tanto que,en las escaleras,perdió un zapatito de oro y cristal.
Desolado,el príncipe recogió el zapatito y,aunque corrió en todas direcciones,no pudo hallar a su dueña.
Al día siguiente,los heraldos del rey pregonaban por toda la ciudad:
"Se busca a la bella joven que bailó con el príncipe y perdió su zapatito de oro y cristal.
La dueña del mismo será la esposa del príncipe, pues enamorado de ella está y sólo con ella se casará."
¡Ay!,todas las muchachas pretendían ser dueñas del zapatito cuando los heraldos recorrieron con él las casas de la ciudad.
Y más que nadie las feas hermanas de Cenicienta. Mas a ninguna le está.Las tres mujeres casi explotan de cólera cuando,al ponerlo los pajes en el pie de la niña ve que le sienta como anillo al dedo.
Cenicienta sonríe....
La carroza regia,la traslada al palacio real entre las aclamaciones del pueblo y la felicidad del príncipe cuando la ve llegar.Se celebran las bodas.Son alegres como pocas,entre repique de campanadas y el gozo de cuantos a Cenicienta quieren bien...
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