Javi y sus hados padrinos - Cuento mio
En Estados
Unidos hay costumbre de que cada uno de diez niños tenga hados padrinos. Eso
sucede porque la situación familiar no es tan adecuada, y el niño se siente
solo. Pero eso no quiere decir que no tenga amigos.
Javi es un niño
de ocho años que vive con sus padres en Florida. Era una ciudad muy alegre, con
playas, surferos y muchos extranjeros. Iba a la escuela como los demás niños de
sus edad, y tenía cuatro amigos: Albert (listillo) Mickel (gafotas) Dani y Abel
(rarito).
También
tenía unos hados padrinos muy buenos: Wanda y Walter.
Lo que los
amigos no sabían era que Javi tenía hados. Y no unos hados como los demás, sino
con una peculiaridad. Wanda era rosa y Walter verde.
Y cuando
Javi llegaba a casa se tumbaba en la cama un rato, y luego hacía los deberes.
Esa tarde se quedó viendo los dibujos animados, y vio unos dibujos de un cómic.
Entonces
pidió un deseo: “Quiero estar en ese comic”.
Y los hados
agitaron sus varitas y deseo cumplido. De repente aparecieron en el comic
disfrazados de Batman.
Anduvieron
aventurados en el comic como si de su vida se tratase, y cuando hicieron el
bien volvieron otra vez a casa.
Javi quería
contar todas estas historias a sus amigos, pero pensarían que estaba loco.
Cada día que
llegaba a casa pasaba una aventura emocionante con sus hados.
Un martes
13, llegó a casa, y había una nota
encima de su cama:
“Javi, tuvimos que ir a
Hadalandia. Nos necesitaban”
Javi esperó
horas, pero nada. Se volvía loco en medio de aquella oscuridad, y no tenía ni
una noticia de sus hados.
Pensó en que
había pasado para que se fueran así de repente. Y empezó a llorar. Se tumbó en
su cama, y pensó que no podía perder a sus hados. Eran sus mejores amigos, y
quizás los únicos que lo entendían.
Mientras
tanto, en Hadalandia, había un juicio. Y
en la sala estaba el juez de las hadas y sentados en una banca estaban Wanda y
Walter.
Al mismo
tiempo que Javi lloraba, sus hados tenía un dolor en el pecho.
El juez los
había juzgado por ser demasiado complacientes con Javi. Porque lo consentían en
todo.
Walter pegó
un grito de dolor en la sala. Todos quedaron mudos. Entonces los dos
desaparecieron del juicio.
Fueron a
buscar a Javi, y los llevaron a
Hadalandia. Era la primera vez que Javi iba allí, y le pareció un mundo
increíble, y difícil de creer que eso fuera verdad.
El juez
preguntó a Walter y Wanda que si tenían algo que decir antes de que los jueces
hablaran.
Y de pronto
Javi empezó a hablar:
-Señoría,
Wanda y Walter son mis mejores amigos. En el cole tengo amigos, pero no es lo
mismo. A ellos no les puedo contar que tengo hados. Y solo espero llegar a casa
para verlos de nuevo, y pasar juntos otra aventura. No me complacen todos mis
caprichos, simplemente hacen lo que les sale. Yo para ellos soy como un hermano
pequeño, y para mí son mi único apoyo, mi familia, mis amigos, mi todo…
Entonces por
favor no me lo quitéis, que sin ellos no me queda nada.
El juez se
emocionó oyendo todo eso. Fue junto a los demás jueces y hablaron. Fue mayoría
absoluta en la decisión.
-Todos en
pie. El honorable juez entra en la sala.
-Hemos
decidido que Javi se puede quedar con sus hados, porque por como los describía
con esos sentimientos, se nota que no es un capricho, sino necesidad.
Y así Walter, Wanda y Javi siguieron juntos muchísimos
años más. Cada día se adentraban en otra aventura y lo pasaban genial.
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