Lucia, la famosa doctora - Cuento mio

Lucia era una niña de cuatro añitos. Tenía el pelo castaño, los ojos marrones, y era pequeñita.
Tenía una familia que estaban con ella a todas horas, y tenía amiguitos en el parbulario.
Cada día se levantaba, se ponía un vestido, y horquillitas de flores en el pelo. Y después bajaba a desayunar.
Aunque no lo mencionamos, Lucia no sabía preparase todavía. Así que mientras papá preparaba el desayuno, mamá la preparaba.
Dos semanas más tarde, Lucia estaba en el patio jugando con los niños. De pronto la llamó una profesora.
-Lucia, alguien quiere verte.
Y la niña salió corriendo a la puerta. Era su tía Carmen.
-Hola, princesita. Esta tarde te espero en casa con tus papás. Te tengo un regalito.  Le dio un beso y se fue.
Pasó la mañana y ya estaba papá en la puerta. Cuando llegaron a casa, Lucia fue a dar un beso a su mamá, y otro a su tía.
Entonces su tía le dio una caja grande envuelta. Quitó todo el papel, y ¡Ohhh! Era una cajita llena de accesorios para una médica. Tenía de todo: un termómetro, una bata blanca y muchas cosas más.
Lucia daba saltos de alegría. Esa misma tarde invitó a sus amigos a casa a jugar. Estaban todos los niños en el jardín, cuando llegó la mamá de Lucía con un  montón de juguetes.
Le dio uno a cada niño, y se fue. Lucia había hecho una consulta para los juguetes, que serian sus pacientes. Iban pasando sus amiguitos con los juguetes, y Lucia los trataba. Cuando pasó media hora la mamá de Lucia vino con una bandeja con merienda. Traía zumitos y mini- bocaditos de nocilla.
Estuvieron comiendo todos, y luego otra vez a jugar. Cuando oscurecía, los niños de iban a casa con sus papás.
Lucia estaba feliz. Era médica de juguetes y tenia amigos. Sus padres la querían muchísimo. Para ellos, Lucia era la luz de sus ojos. Cuando llegaba del cole, jugaba con sus papás a los médicos y  lo pasaba genial. Pues gracias a su tía Carmen, estaba feliz.
Sus amiguitos venían con sus juguetes a casa de Lucia diciendo que estaban enfermos. Y la niña los curaba. Asi entre enfermos y curaciones pasaron días, semanas y años.
Lucia ahora era mayor, ya no tenía cuatro añitos. Pero aunque fuese mayor, siempre miraba sus juguetes y se acordaba de lo bien que lo pasaba con eso.

Esos juguetes quedaron para los hijos de Lucia, que también eran médicos de juguetes.



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