Carmina, la pingüina que viene de Argentina -Pep Castellano y Canto Nieto

Tengo muchos juguetes, ¿y qué? Estoy sola. No tengo amigos. Nunca salgo de casa. Como en la calle hace tanto calor...
Soy Carmina, soy una pingüina y he venido desde Argentina. Según mis padres, por culpa del calor mundial y del cambio climático.

Dicen que, con el humo de las fábricas y de los coches, en el polo hará tanto calor que nos quedaremos sin hielo. Por eso hemos tenido que emigrar, por el humo. ¡Qué rollo!

Mis padres son acróbatas. Trabajan en un circo del mar. Nadan, saltan, hacen equilibrios , ríen, hacen reír... Divierten a todas las familias que vienen a verles dar volteretas dentro y fuera del agua.
A mis padres les gusta su trabajo, pero yo sé que les da un poco de pena estar tan lejos de nuestro país, como a mí.

-¡Me quieren llevar al colegio!- ¡Ya verás que macanudo!- me dice mi padre con ganas.
-¡Yo no quiero ir! Pero aunque me enfade, mis padres me llevan igualmente. Dicen que para que no me aburra.

La maestra me presenta al resto de la clase. Yo no entiendo muy bien que dice. Habla muy deprisa. Me hace sentar en el único lugar que queda libre, con Marta, una niña que está en la última fila y que llora mucho.

-¡Creo que mis padres no me quieren!- llora Marta.
-Pero, boluda, ,los míos tampoco vuelan y yo no lloro.
-NO, que no me vuelan no, ¡que no me quieren! Me han abandonado aquí, en el colegio, ¿lo comprendes?
-¡Claro que lo comprendo!¡A mi me pasa lo mismo! Y encima tengo calor,¡mucho calor! Marta me dice que si tengo calor que me quite el abrigo de plumas. Yo le digo que no llevo ningún abrigo, y ella me contesta que soy muy rara.

Hemos salido juntas al recreo. Marta lleva un bocadillo de sobrasada con queso. Le encanta. Se pone muy contenta y no puede controlar las risas. Dice que ya sabe que le quieren,¡un montón! Porque le han puesto el bocadillo que más le gusta.

Yo llevo tres sardinas crudas en una fiambrera con hielo. A Marta le dan asco. Cree que no me quieren nada de nada, que me deben de tener mucha manía por ponerme pescado crudo para desayunar.
Quiere ofrecerme parte de su bocadillo. ¡Qué asco! Me repite que soy rara.

Al volver a casa, mi madre está colocando una bombilla ecológica contra el cambio climático y el calor mundial, dice que para que se enfríe el planeta.
-¿Somos raros, mamá?
-¡Pero, no seas boluda! Somos diferentes, hija, pues claro, somos pingüinos. Pero raros,¡pues no!

Sin embargo, yo creo que mi madre me engaña, que somos raros, me lo ha dicho Marta.No me gusta ir al colegio, porque no sé hacer nada: ni escribir en la pizarra, ni sumar, ni entiendo la mitad de las cosas que dicen....
-Si escuchas con el corazón  les vas a entender. ¡Seguro! Y me dice que soy la mejor pingüina del mundo, y que sé hacer otras cosas, y que en algunas soy muy buena...

Sin embargo, a nadie le importa que yo sea campeona en atrapar sardinas al vuelo, o que sepa tirarme en plancha por un tobogán de hielo o...
Todo lo que yo sé hacer, aquí no le interesa a nadie. Además, ¡en el colegio hace mucho calor!

La excusa del calor no me sirve de nada. Contra el bochorno llega mi padre con la situación:¡una barra de hielo! ¿Somos o no somos raros? ¿Eh?
He tenido que ir al colegio con la barra de hielo y la he utilizado de silla. Marta ya no llora, ahora se ríe...
-¡Eres muy rara! Pero una barbaridad,¿eh?-me comenta.
-¡No soy rara! -le digo al oído-. Y dice mi madre que soy diferente,¡porque soy una pingüina!
-Nooo!
-Siii!
-Guauu!

Con el calor de la clase, el hielo se va deshaciendo. En seguida tengo una bolsa alrededor de la silla. A Pedro, el niño que se sienta detrás de mi, le falta tiempo para meter baza.
-¡Se ha meado! La nueva del abrigo de plumas se ha meado!
Yo he agachado la cabeza y no he dicho nada, pero Marta me ha defendido.
-¡No se ha meado!¡Lo que pasa es que es una pingüina!¡Ta, ta,ta!

Marta y Pedro se ponen a discutir.
-¡Ja, ja! Una pingüina...¿Y qué más?¡Las pingüinas no van al colegio!
-¡Esta si! Y no se puede quitar el abrigo, porque es muy rara, y por eso pasa mucho calor!
Menos mal que la maestra pone orden y les dice que soy una verdadera pingüina.

Pedro está entusiasmado. Dice que necesitan gente para jugar en el equipo de hockey.
-Si eres una pingüina, sabrás patinar,¿no? ¿Te gustan los patines de rueda?
¿Y el hockey? ¿Quieres jugar con nosotros?
No me he puesto nunca unos patines, ni sé tampoco que es el hockey.Sin embargo, me lo ha pedido con tantas ganas que no he podido decirle que no. Si quieren jugar conmigo, al fin y al cabo...no debo de ser tan rara,¿no?

A la hora del recreo me dejan unos patines, pero no me aguanto en pie y todos se ríen de mis batacazos. Marta también se ríe.

Yo me alegro de que Marta ya no llore nada de nada, pero ahora soy yo quien no me aguanto las lágrimas. ¡Me da tanta vergüenza!
No quiero ir nunca más al colegio. Ni ver a la maestra, ni a Marta, ni a nadie. ¡Estoy muy enfadada con mis padres y con eso del cambio climático! Prefiero aburrirme como una ostra y quedarme en casa.

Haré como mi madre, colocaré bombillas de esas contra el calor mundial por toda la ciudad, así volverá  a hacer el frío en el polo sur.¡Y no podremos irnos a Argentina!
Hoy es mi cumpleaños. Yo me esperaba un pastel de calamares o algún regalo..¡Pero nada! Mi madre y mi padre están tan ajetreados con el nuevo trabajo, que parece que se hayan olvidado de mí.
Además, me piden que les acompañe al trabajo.¡Uff!

Dicen que no quieren que esté sola en casa: que no tienen con quien dejarme, que las baterías solares están casi agotadas, que el aire acondicionado debería de estar apagado un rato para ahorrar energía.
Tengo que irme con ellos,¡qué remedio!

Al entrar me han dado una buena sorpresa. Entre el público, he visto a Marta. También estaba Pedro y la maestra, y los compañeros de clase. ¡Han venido todos!¡Ese era el regalo que me habían hecho mis padres:mis amigos! Sin embargo, aún me da vergüenza.
Mis padres comienzan la actuación y, cuando menos me lo espero, me lanzan sardinas y las cojo todas al vuelo, incluso, las más difíciles. El público me aplaude.¡Soy la mejor!

Todos me felicitan. Pedro me vuelve a ofrecer entrar en el equipo. Dice que puedo jugar de portera, que con la habilidad que tengo para coger sardinas al vuelo no me meterán ni un gol.
Mis padres invitan a toda la clase a casa a merendar. Yo les aviso que se traigan el bañador, que tengo piscina climatizada. Dicen que sí, que les hace mucha ilusión poderse bañar en la piscina, aunque sea en invierno.

Acuden todos con bañador y toalla, pero la piscina la tenemos a la temperatura del polo sur y dicen que hace un frío que pela. Mis amigos no se pueden quitar el abrigo, sin embargo, aun así, nos lo pasamos muy bien.

¡Me han traído regalos! La maestra me ha comprado un abrigo lleno de un líquido azul. Me dice que es para ponerlo en la nevera y que da frío en lugar de calor. Es un gran invento: ¡un abrigo de frío!
El resto de la pandilla me ha regalado los complementos de portera de hockey, pero sin patines, ¿eh?Que a los pingüinos no nos hacen falta patines. Me lo quiero probar todo. Estoy muy contenta.

Mis padres sacan un pastel de calamares del congelados 'para mi, ¡y helados para todos! Mis amigos tiemblan de frío,¡pero dicen que es un placer! Tenemos la casa más fresca de toda la ciudad y cuando llegue el verano será la de más éxito, ¡seguro! Todos querrán venir a jugar. ¡Y a tomar helados!¡Somos raros,sí! Pero también somos exóticos, sorprendentes, maravillosos, divertidos y geniales. Eso me dicen mis amigos

Estoy muy contenta de pertenecer a una familia tan diferente y tan rara. ¡Me encanta ser pingüina!
Por cierto, preguntadle a la gente mayor qué podéis hacer para evitar eso del cambio climático. ¡Yo ya lo sé! ¡Adiós!

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