Buscando dinosaurios - Xanna Chown

 A Leo le gustaba fingir que era un famoso explorador que había descubierto un mundo perdido de dinosaurios. Todos los días, jugaba con sus dinosaurios de juguete e imaginaba que él y Dino, su perro fiel, tenían una nueva aventura.

Un día, Leo se imaginó que había encontrado un feroz y carnívoro T-Rex. <<Guau, guau>>, ladraba Dino con entusiasmo cuando Leo hacia ruidos de dinosaurios. Dino olió la hierba y comenzó a cavar un agujero, pero Leo estaba demasiado ocupado para darse cuenta. 

Leo jugó durante largo tiempo hasta que llegó la hora del almuerzo. Corrió dentro, dejando a sus dinosaurios fuera. Comió su almuerzo super rápido, para poder seguir jugando. Sin embargo, cuando salió fuera, T-Rex se había desvanecido. 

Leo se puso triste. T-Rex era el dinosaurio que más le gustaba, así que llamó a su mamá para que le ayudara a buscarlo en el jardín. Juntos buscaron, mirando debajo de las macetas y detrás de los arbustos. T-Rex no estaba por ningún lado. <<Se ha ido>>, dijo Leo.

No importa, dijo mamá. <<Estoy segura de que aparecerá. Acompáñame a la librería, así podrás pensar en otras cosas.

A Leo no le apetecía ir, pero se alegró cuando su mamá le compró un cómic. Eso le animó un poco. 

En casa, Leo se sentó con Dino para leer su cómic. La primera historia era sobre exploradores que desenterraban asombrosos huesos de dinosaurios en el desierto. 

<<Eso suena muy divertido>>, dijo Leo. <<¡Voy a mirar si encuentro huesos de dinosaurio en mi cajón de arena!>>.

En el jardín, Dino movía su cola al ver como Leo cavaba en la tierra. Corrió hacia las flores y también empezó a cavar.

<<¡No, Dino!>>, gritó Leo mientras barro y flores volaban por todas partes. Entonces, Leo vio algo de color morado. 

<<¡Es mi T-Rex!>>, exclamó Leo. <<Dino debe de haberlo enterrado mientras comía mi almuerzo>>.

Dino ladró alegremente y de pronto, a Leo se le ocurrió un nuevo juego. Colocó a sus dinosaurios en el cajón de arena. 

<<Esta vez, vamos a enterrarlos juntos >>, dijo con una sonrisa.