Buen corazón y Mal corazón

 Había una vez dos amigos llamados Buen corazón y Mal corazón que vivían en una ciudad. Un día Mal corazón le dijo a su compañero: "Amigo mío, para ganar riqueza y conocimiento debemos viajar. Vamos a dar una vuelta al mundo juntos", y así comenzaron su viaje.

Al regresar, de camino a la ciudad, Mal corazón dijo: "No es seguro llevarse a casa toda esta riqueza. Debemos enterrar la mayor parte de nuestro dinero en algún lugar secreteo de este bosque. Siempre que lo necesitemos podremos venir y retirar una parte".

Buen corazón estuvo de acuerdo y, cerca de un estanque, escondieron todo su dinero en un pozo que cavaron bajo un árbol de mango. A continuación, regresaron a casa.

Sin embargo, aquella misma noche, Mal corazón regresó y robó el dinero de ambos.

A la mañana siguiente, Mal corazón fue a ver a su amigo y le pidió que regresaran al pozo porque su padre estaba enfermo y necesitaba dinero con urgencia. 

Al llegar al bosque, encontraron el hoyo vacío. Inmediatamente, Mal corazón comenzó a gritar: 

"¡Buen corazón, eres un ladrón, has robado todo el dinero! Nadie más sabía dónde estaba nuestro escondite secreto. Quiero que me lo devuelvas ya".

No pudiendo llegar a un acuerdo fueron a ver al rey.

Intrigado, el rey les pidió a los dos hombres que, a la mañana siguiente, estuvieran presentes cerca del árbol de mango.

Cuando el rey los dejó ir, Mal corazón volvió a casa corriendo y le pidió a su padre un favor: "Padre, ve y escóndete en el hueco del árbol del mango y, cuando el rey pregunte, di que Buen corazón es el ladrón".

Su padre asó lo hizo. Se metió en el hueco del árbol y esperó escondido allí toda la noche. 

A la mañana siguiente, Buen corazón y  Mal corazón, junto con los ministros y el rey, se presentaron delante del árbol del mango. Entonces, Buen corazón gritó: "¡Oh, espíritus del bosque, decidnos cuál de nosotros es el culpable!".

En ese momento, el padre de Mal corazón gritó desde su escondite: "¡Buen corazón robó el dinero!".

Mientras el rey y sus ministros deliberaban el castigo que iban a imponerle, Buen corazón llenó el hueco del árbol de mango con hojarasca.

A continuación, arrojó una cerilla encendida sobre las hojas y, como estaban secas, estas empezaron a arder. Un espeso humo empezó a salir del hueco del árbol y, de repente, fue el padre de Mal corazón y no los espíritus del bosque el que salió corriendo del hueco, jadeando y tosiendo.

Inmediatamente, los hombres del rey arrestaron a Mal corazón.

Moraleja: un hombre sabio no solo debería tener ideas, sino también saber anticiparse a sus consecuencias.




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