El comerciante y el asistente del rey

 Había una vez un rico comerciante que vivía en la ciudad de Silvana llamado Sanjay, al que todos respetaban por su sabiduría. Era también el asesor en el que más confiaba el rey.

Tanto era así que, cuando su hijo se casó, celebraron una gran boda  ala que asistió toda la familia real.

Como buen anfitrión que era Sanjay atendió a todos sus invitados, pero cuando se encontró con Rakesh el asistente del rey, sentado en una silla reservada solo para la familia real, se enfadó tanto que lo echó de su casa.

Rakesh, muy ofendido por el desprecio con el que le había tratado Sanjay, pensó: "Vengaré esta afrenta. No descansaré hasta que Sanjay caiga en desgracia ante el rey".

A la mañana siguiente, cuando el monarca todavía estaba en la cama, Rakesh entró en su habitación y mientras limpiaba murmuró: "¡Ese arrogante de Sanjay se jacta de ser más rico que el rey!".

Cuando el rey escuchó estas palabras le exigió a Rakesh que le contara la verdad: "Majestad, lo lamento pero no recuerdo nada de lo que me pregunta. Pasé la noche cuidando a mi cabra que estaba enferma y estoy muy dormido", respondió astutamente Rakesh al soberano.

Mientras el rey se levantaba recordó que su abuelo le había dicho una vez que los hombres, a veces, hablaban dormidos sobre cosas que habían visto o escuchado durante el día.

Así, convencido de que Rakesh había dicho la verdad, prohibió a Sanjay entrar en el palacio.

Sanjay se quedó muy sorprendido y preguntó la razón detrás del disgusto del rey. Intentó encontrarse con él para tratar de resolver las cosas, pero los guardias no le dejaron pasar.

Justo en el instante en que Sanjay estaba a las puertas del palacio y le estaban negando la entrada en él, pasó Rakesh, que les dijo a uno de los guardias: "La fortuna puede cambiar. En que está fuera de lugar hoy, puede que mañana no lo esté. Sé amable con el poderoso Sanjay para que no te trate como él me trató a mí".

Inmediatamente Sanjay se dio cuenta de lo que había pasado y, disculpándose con Rakesh por su comportamiento en la boda de su hijo, para compensarle le invitó a su casa a comer.

A la mañana siguiente, al ir a despertar al rey, Rakesh repitió la artimaña del día anterior y murmuró mientras limpiaba la habitación: "Sanjay dice que el rey no vale más que para plantar patatas en el campo".

En ese momento el monarca se dio cuenta que no había verdad en los murmullos de Rakesh ya que él nunca habría dicho algo así y de su error al haber castigado a su buen amigo y consejero.

Inmediatamente el rey hizo llamar a Sanjay ante él, se disculpó y le otorgó una posición aún más elevada que antes en su corte.

Moraleja: No te creas todo lo que oigas y respeta a todo el mundo.




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