El león y los chacales codiciosos
Había una vez un buey al que, cuando un día se lastimó, su dueño abandonó a su suerte. Para tratar de recuperarse tuvo que refugiarse en un bosque cercano. Pasó algunos días tranquilo, durmiendo y comiendo hierba fresca y tierna y poco a poco fue encontrándose mejor.
Una vez se sintió con fuerzas decidió ir a explorar el bosque, ¡estaba tan contento que iba cantando alegremente!
Una mañana el león, rey del lugar, fue a beber agua a la orilla del río. De repente, escuchó un sonido desconocido. Muy asustado, el león volvió a lo más profundo del bosque y, llamando a dos chacales que eran sus asistentes, les dijo: "Quiero que descubráis qué ser es el que emite ese sonido tan aterrador".
Los animales cumplieron con la orden que les había dado y, cuando volvieron a presentarse ante él, le dijeron: "Su majestad, tan solo es un buey que cantaba en voz alta. Si quieres podemos traerlo ante ti".
"Muy bien, traedlo aquí", contestó el león.
Los chacales cumplieron las órdenes de su rey y pronto se encontraron con el buey, al que llevaron ante su presencia. Los dos animales, en cuanto se conocieron, conectaron y se hicieron buenos amigos. Sin embargo, a los dos chacales no les gustó nada esta idea porque estaban preocupados por si el león dejaba de cazar por seguir siendo amigo del buey. Temían morir de hambre si lo hacía, ya que ellos se alimentaban de las sobras que él dejaba.
Así, idearon un plan: "Crearemos una disputa entre los dos", pensaron.
Un día cuando el león estaba solo, uno de los chacales le visitó y le dijo:
"Mi señor siento decirte que el buey planea acabar contigo mañana para convertirse en rey".
Mientras tanto, el otro chacal fue a visitar al buey y le dijo: "Amigo, estoy muy preocupado por ti. Acabo de escuchar al león decir que planea matarte mañana para que puedas servir de comida para todos nosotros".
El buey muy enfadado contestó: "No soy ningún cobarde, lucharé contra el rey".
A la mañana siguiente, el buey fue a ver al león y se sentó sin ni siquiera saludarle. El león se sorprendió al ver el comportamiento de su amigo y recordó lo que el chacal le había contado sobre sus intenciones.
Furioso, se abalanzó sobre él acabando con su vida.
"¡Bien hecho, señor!", exclamó uno de los chacales.
"Un final apropiado para un ser desagradecido", agregó el otro, mientras esperaba pacientemente su turno para comer.
Moraleja: Cuando personas malvadas rodean a seres bondadosos, estos no deben caer en sus engaños.
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