Stelaluna –Janell Cannon
En un
caluroso bosque muy, muy lejano, vivían, una vez, un murciélago y su bebé
recién nacido.
¡Oh, cómo
quería Mamá Murciélago a su bebé suave y chiquitín!
-Te llamaré
Stelaluna –le dijo con voz melodiosa.
Cada noche,
Mamá Murciélago, mientras volaba en busca de comida, quería llevar a Stelaluna
pegada a su corazón.
Una noche,
cuando Mamá Murciélago seguía el intenso olor de la fruta madura, un búho la
descubrió.
Volando
silenciosamente, aquella gran ave se lanzó sobre los murciélagos.
Esquivándolo
y chillando, Mamá Murciélago intentaba escapar, pero el búho atacaba una y otra
vez, hasta que chocó con Stelaluna en el aire. Sus alas de bebé eran tan
débiles e inútiles como el papel mojado.
Stelaluna
empezó a caer. Caía y caía, cada vez más deprisa, hacía el bosque que había
debajo.
La oscura y
frondosa maraña de ramas detuvo la caída de Stelaluna. Había una ramita lo
suficientemente pequeña para las diminutas patas de Stelaluna. Envolviéndose en
sus propias alas, se agarró a la delgada rama, temblando de frío y de miedo.
-¡Mamá!
–chilló Stelaluna-. ¿Dónde estás?
Hacía el amanecer, el bebé murciélago ya no podía
sostenerse por más tiempo, y volvió a caer de nuevo.
¡Plum!
Stelaluna cayó de cabeza en un nido suave y blando, asustando a tres pajaritos
que vivían en él.
Rápidamente
Stelaluna salió trepando del nido y se colgó debajo de él, donde no la podían
ver. Escuchó el murmullo de los tres pájaros.
-¿Qué fue
eso? –gritó Flap.
-No lo sé,
pero está colgado de las patas –pitó Flitter.
-Silencio,
que viene mamá –silbó Pip.
Mamá Pájaro
iba y venía, una y otra vez, y siempre traía comida para sus bebés.
Stelaluna
tenía un hambre tremenda, aunque no de aquellas cosas espantosas que Mamá
Pájaro traía.
Finalmente,
el pequeño murciélago ya no pudo soportarlo más. Trepó hasta el nido, cerró los
ojos y abrió la boca.
¡Paf!
¡Dentro cayó un gran saltamontes verde!
Stelaluna
aprendió a ser como los pájaros. Estaba despierta todo el día y dormía por la
noche. Comía insectos aunque sabían horriblemente. Sus costumbres de murciélago
iban desapareciendo deprisa. Excepto una: a Stelaluna todavía le gustaba dormir
colgada de sus patas.
Una vez,
aprovechando que mamá se había ido, los curiosos pajaritos decidieron probarlo.
Cuando Mamá Pájaro regresó a casa, vio ocho patas diminutas agarradas al borde
del nido.
-¡Yiiiiic!
–chilló-. ¡Volved a subir aquí enseguida!
¡Os vais a
caer y os vais a romper el cuello!
Los pájaros
volvieron a subir al nido, pero Mamá Pájaro detuvo a Stelaluna.
-Estás
enseñando a mis hijos a hacer cosas malas. No te dejaré entrar en este
nido a menos que prometas obedecer todas
las normas de esta casa.
Stelaluna lo
prometió. Comía insectos sin hacer muecas, dormía en el nido por la noche y no
se colgaba de las patas.
Stelaluna se
comportaba como un pájaro bueno.
Todos los
bebés crecieron deprisa. Pronto el nido empezó a estar demasiado lleno.
Mamá Pájaro
les dijo que era hora de aprender a volar.
Uno tras
otro, Pip, Flitter, Flap y Stelaluna saltaron del nido.
¡Sus alas
funcionaban!
<<Soy
igualita que ellos-pensó Stelaluna-. Yo también puedo volar. >>
Pip, Flitter
y Flap se posaron sobre una rama con mucha elegancia. Stelaluna intentó hacer
lo mismo. ¡Qué apuro!
-Volaré todo
el día –se dijo Stelaluna-. Así nadie verás lo torpe que soy.
Al día
siguiente, Pip, Flitter, Flap y Stelaluna se fueron volando lejos de casa.
Volaron durante horas, ejercitando sus nuevas alas.
-El sol se
está poniendo –advirtió Flitter.
-Será mejor
que volvamos a casa, o nos perderemos en la oscuridad –dijo Flap.
Pero
Stelaluna iba volando muy por delante y no veía por ninguna parte. Los tres
pájaros, temerosos, se fueron a casa sin ella.
Completamente
sola, Stelaluna voló y voló hasta que las alas le dolieron y se dejó caer en un
árbol.
-Prometí no
colgarme de las patas –suspiró Stelaluna.
De modo que
se colgó de los pulgares y pronto se quedó dormida.
No oyó el
suave ruido de unas alas que se acercaban.
¡Eh! –dijo
una voz fuerte-. ¿Por qué estás colgada al revés?
Los ojos de
Stelaluna se abrieron de par en par. Vio una cara extrañísima.
-¡Yo no
estoy al revés! ¡Eres tú quien lo está! –dijo Stelaluna.
-Ah, pero tú
eres un murciélago. Los murciélagos se cuelgan de las patas. ¡Tú estás colgada
de los pulgares, así que eres tú quien está al revés! –dijo aquella criatura-.
Yo soy un murciélago y estoy colgado de las patas. ¡Así que yo estoy al
derecho!
Stelaluna
estaba confusa.
-Mamá Pájaro
me dijo que estaba al revés. Ella dijo que estaba mal…
-Mal para un
pájaro, quizá, pero no para un
murciélago.
Otros
murciélagos se fueron acercando para ver aquella extraña murciélago que se
comportaba como un pájaro.
Stelaluna
les contó su historia.
-¿Comías
insectos? ¿Dormías de noche? – preguntaron.
Esto es
rarísimo- murmuraron todos.
-¡Un
momento! ¡Esperad! Dejadme ver a esta criatura.
Un
murciélago se abrió paso entre la multitud.
¿Te atacó un
búho?- preguntó. Y olfateando la piel de Stelaluna, susurró -: Tú eres
Stelaluna. Tú eres mi hija.
-¡Pudiste
escapar del búho! –gritó Stelaluna-. ¡Sobreviviste!
-Sí –dijo
Mamá Murciélago mientras rodeaba a Stelaluna con sus alas-. Ven conmigo y te
enseñaré dónde encontrar la fruta más deliciosa. Nunca más tendrás que volver a
comer insectos mientras vivas.
-Pero si es
de noche –chilló Stelaluna-. No podemos volar a oscuras, nos vamos a estrellar
contra los árboles.
-Nosotros
somos murciélagos- dijo Mamá Murciélago-. Podemos ver en la oscuridad. Ven con
nosotros.
Stelaluna
tenía miedo, pero se soltó del árbol y se lanzó al cielo azul oscuro.
Stelaluna
podía ver. Sentía como si de sus ojos salieron unos rayos de luz. Era capaz de
ver todo lo que había en su camino.
Pronto los
murciélagos encontraron un mango y Stelaluna comió tanta fruta como quiso.
-Jamás
volveré a comer insectos mientras viva –gritó entusiasmada Stelaluna mientras
se daba un atracón-.
¡Tengo
muchas cosas que contarles a Pip, Flitter y Flap.
Al día
siguiente, Stelaluna fue a visitar a los pájaros.
-Venid
conmigo y conoceréis a mi familia de murciélagos –dijo Stelaluna.
-De acuerdo,
vamos –asintió Pip.
-Se cuelgan
de las patas, vuelan de noche y comen las cosas más ricas del mundo –explicó
Stelaluna a los pájaros por el camino.
Mientras los
pájaros estaban entre los murciélagos, Flap dijo:
-Aquí me
siento al revés.
De modo que
los pájaros se colgaron de las patas.
-Esperad a
que oscurezca –dijo Stelaluna. Volaremos de noche.
Cuando
anocheció, Stelaluna se fue volando. Pip, Flitter y Flap saltaron del árbol
para seguirla.
-¡No veo
nada! –protestó Pip.
-Yo tampoco
–gritó Flitter.
-¡Aaaah!
–chilló Flap.
-Van a
estrellarse –exclamó Stelaluna-. ¡Los tengo que rescatar!
Stelaluna se
lanzó en picado y agarró a sus amigos en el aire. Los llevó a un árbol y los
pájaros se aferraron a una rama. Stelaluna se colgó de la rama que había encima
de ellos.
-Estamos a
salvo –dijo Stelaluna. Luego suspiró-.
Ojalá
vosotros también pudierais ver en la oscuridad.
Ojalá tú
pudieras posarte de pie –respondió Flitter.
Pip y Flap
asintieron con la cabeza.
Se quedaron
allí arriba en silencio un buen rato.
-¿Cómo
podemos ser tan distintos y sentirnos tan iguales? –meditó Flitter.
Creo que es
todo un misterio- pió Flap.
-Estoy de
acuerdo –dijo Stelaluna -. Pero somos amigos. Y eso, sí que está claro.
http://www.youtube.com/watch?v=s5jiJqZhIQk
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