Teo y sus abuelos – Violeta Denou


Teo y su hermano Pablo han ido a pasar unos días con los abuelos, que viven en el campo con su perra Polka.
-Abuelo, cuéntanos un cuento, por favor –pide Teo.
Junto a la casa, los abuelos tienen un huerto, y Teo ayuda a recoger las hortalizas.
-El cesto ya está lleno de tomates –dice Pablo.
-¿Podemos comer esta sandía, abuelo? –le pregunta Teo.
Todos van al bosque cercano a buscar moras y algunas setas.
-¡Aquí, aquí! –grita Pablo, que acaba de encontrar unas setas enormes.
Cuando regresan a casa, se meten en la cocina. La abuela hace mermelada con los frutos  que han recogido Teo y Marta, la hija de los vecinos. Ellos ayudan a envasarla, mientras Pablo se entretiene sacando piñones de la piña.
Teo y Pablo, acompañados de los abuelos, van a visitar los establos de la casa vecina. Allí ven un potrillo recién nacido.
-¿Por qué la mamá lame al potrillo, Teo? –pregunta Pablo, muy interesado.
Por la tarde, toda la familia sale a dar un paseo con los caballos.
-¡Agárrate fuerte, Pablo! –exclama Teo-. ¡Voy a hacer que el caballo corra más!
En el gallinero, Pablo juega con los pollitos mientras Teo recoge todos los huevos que han puesto las gallinas.
-Casi tengo el cesto lleno. ¡Voy a llevárselo a la abuela!
Por la mañana, muy temprano, Teo y Pablo corren a despertar a los abuelos.
-¡Venid! ¡Rápido! ¡Hemos oído gemir a Polka! ¿Qué le debe pasar?
Los cuatro, todavía en pijama, van a ver al animal. ¡Polka ha tenido cuatro cachorros!
-¡Mira, abuelo! ¡Hay dos perritos iguales, de color blanco!
-¡Qué pequeños son! –exclama Pablo.
Poco después, llega el resto de la familia.
-¡Deprisa! Tenemos que hacer las camas –le dice Teo a Pedro-, así podremos ir a jugar enseguida.
El abuelo lleva a todos sus nietos al pueblo para invitarlos a tomar un refresco.
-Éstos son mis nietos –dice orgulloso el abuelo a sus amigos del casino.
Hoy es un gran día: los mayores han organizado una jornada de pesca en el río.
-¡Ya tengo una trucha! –exclama el abuelo.
Teo continúa esperando que alguna pique su anzuelo.
-¡Mmmm! ¡Qué bien huelen estas truchas! –exclama Teo, que ya empieza a tener hambre.
Los abuelos se sienten felices porque están todos reunidos.




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