Teseo, el laberinto, Ariadna –Juan Kruz Igerabide
El forzudo
Heracles se llevó a hombros el toro blanco de Minos y lo soltó en los prados de
Argos. El toro echaba fuego por las narices e hirió y mató a mucha gente.
Teseo llegó
corriendo con sus sandalias, agarró al toro por los cuernos y lo arrastró hasta
Atenas.
Lo sacrificó
en el tempo de Apolo.
Minos,
enfadadísimo porque habían sacrificado a su toro, exigió a Atenas que cada
nueve años le enviaran nueve muchachos y nueve muchachas a Creta, para abandonarlos
en el laberinto y ser devorados por el Minotauro.
De lo
contrario, amenazó con declarar la guerra a Atenas.
Minos era
muy poderoso, y Atenas cedió. Cuando llegó la hora de enviar a los catorce
jóvenes, Teseo embarcó con ellos. El rey Egeo entregó a su hijo Teseo una
bandera blanca, para que la colocara en lo alto del mástil del barco a la
vuelta, en señal de que regresaba sano y salvo.
Los
atenienses llegaron a Creta, y los recibió el rey Minos, junto con su hija
Ariadna. Esta, al ver a Teseo, quedó prendada de él. Se acercó con disimulo y
le susurró al oído.
-Teseo: yo
te ayudaré a que acabes con mi hermano el Minotauro, a cambio de que me lleves
contigo a Atenas y me hagas tu esposa.
Dédalo, el
arquitecto, había enseñado a Ariadna a atravesar el laberinto, utilizando un
hilo cuyo cabo ataba la entrada, podía volver tras sus pasos.
Entró Teseo
en el laberinto y acabó con el Minotauro. Regresó enrollando el hilo de
Ariadna, y se embarcó con esta y el resto de los atenienses, amparados en la
oscuridad de la noche.
Desembarcaron
en la isla de Naxos, para descansar. Por la mañana, Teseo despertó a sus amigos
atenienses y partió con ellos, dejando a Ariadna dormida en la playa.
Cuando esta
se despertó, se vio sola y desamparada, y clamó al cielo:
-¡Zeus! No hay
derecho a esto. He renunciado a mi patria y a mi familia por Teseo, y ahora me
encuentro sola y abandonada en esta isla. ¿Es este el pago que me merezco?
No puedo
volver a casa; tampoco puedo llegar a Atenas.
Zeus se
compadeció de ella y le envió a Dionisos, que la consoló y se quedó a vivir con
ella.
Entretanto,
Teseo se acercaba a Atenas. Se olvidó de colgar en lo alto del mástil la
bandera blanca que significaba <<buenas noticias>>.
Avisaron al
rey Egeo que el barco de su hijo regresaba de Creta. Egeo corrió hasta los
acantilados de la costa, y al ver que no ondeaba la bandera blanca, pensó que
su hijo había muerto, por lo que decidió no seguir viviendo.
Teseo fue
nombrado rey de Atenas y gobernó la ciudad con mano dura.
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