El pollito miedoso
Érase una vez un pollito llamado Toni que vivía en una granja.
Era muy miedoso y algo exagerado. Siempre se ponía en lo peor, pero era muy bueno y el resto de animales de la granja lo querían muchísimo.
Una mañana, decidió ir de excursión al bosque.
Cuando llegó estaba un poco inquieto porque había muchos sonidos de pájaros distintos que no conocía, así que decidió descansar un poco a la sombra de un gran roble. Estaba adormilado cuando, de repente, una bellota cayó del árbol y le golpeó en la cabeza:
“¡Ay, estoy aquí debajo! ¿Qué me ha golpeado en la cabeza?”, se preguntaba Toni muy asustado.
Aunque Toni no había visto la bellota y cuando miró hacia arriba solo pudo ver el cielo azul, como siempre se puso en lo peor y exclamó: “¡El cielo se está cayendo! Debo ir corriendo a advertir a todos”, y salió disparado en busca de sus amigos. Iba tan rápido que no vio a la gallina Enriqueta y chocó contra ella.
“¿Que te ocurre? ¿Por qué tanta prisa?”, le preguntó esta cuando se recuperó del trompazo.
“Tengo que avisaros a todos, ¡el cielo se está cayendo!”, gritó Toni.
“¿Es cierto eso? Precisamente iba al bosque a buscar algunas plantas”, le explicó la gallina.
“No vayas Enriqueta, aquello da mucho miedo”, respondió el pollito. Al ver a Toni en aquel estado de ansiedad Enriqueta decidió acompañarle.
Mientras caminaban a toda prisa se encontraron con Mario el gallo que, al verles tan alborotados, les preguntó:
“¿Por qué vais tan deprisa?”.
“El cielo está a punto de caer y tenemos que avisar a todo el mundo”, exclamó el pollito Toni.
El gallo Mario no podía creer lo que estaba oyendo.
Entonces el gallo Mario decidió acompañar al pollito Toni y a la gallina Enriqueta.
Al poco tiempo se cruzaron con Marta y Juan, una pareja de gansos.
“Amigos, ¿Cuál es la urgencia?”, les preguntaron.
“Vamos a ver a la granja para informar a todos de que el cielo se está cayendo”, respondió el miedoso de Toni.
“¿Estás loco? ¿De qué está hablando?”, preguntó incrédulo Juan el ganso.
“Venid con nosotros, no tenemos tiempo que perder”, respondieron los otros, y acabaron uniéndose al grupo.
Un poco más allá se encontraron con Lolo el pato y con Miguel el pavo, que también les hicieron preguntas parecidas: “¿Por qué tenéis tanta prisa, compañeros? ¿A dónde vais?”.
“El cielo se está cayendo y vamos a informar a todos en la granja”, graznó Juan el ganso.
“¿Es cierto eso?”, preguntó Miguel. Los dos animalitos se unieron también a la comitiva.
El grupo formado por el pollito Toni, los gansos Marta y Juan, el gallo Mario, la gallina Enriqueta, el pato Lolo y el pavo Miguel llegó a la orilla de un río.
Allí estaba el zorro tranquilamente descansando, cuando advirtió su presencia.
“¡Mira qué grupo tan interesante viene por ahí! Ellos van a ser mi cena”, pensó el zorro relamiéndose.
Poniéndose de pie se acercó a ellos y les preguntó: “Qué raro veros a todos juntos por aquí, ¿a dónde vais?”.
“Vamos camino a la granja, ¿podrías ayudarnos?”, le contestaron.
“Claro que sí”, dijo el zorro.
Todos juntos siguieron al zorro hasta lo más profundo del bosque. Cuando llegaron el zorro les dijo: “Descansad un rato aquí, yo me adelantaré un poco”.
En realidad, el zorro solo buscaba el mejor lugar para atacar a sus presas.
De repente, una bellota cayó sobre la cabeza del zorro.
Entonces Toni el pollito exclamó: “¡Oh, no! ¡El cielo se sigue cayendo a pedazos, debemos llegar pronto a la granja!”.
Todos los animales se miraron sorprendidos.
El zorro, que no había visto la bellota, muerto de miedo se escapó corriendo.
Todos miraron al pequeño Toni: “¿Estás seguro de que era el cielo lo que caía sobre tu cabeza?”, le preguntó Enriqueta.
“Bueno, tal vez fuera una bellota”, respondió avergonzado el pequeño Toni.
El resto de animales se estuvieron riendo de la anécdota todo el camino de vuelta a la granja, ¡menos mal que todo había salido bien!
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