Los hermanos Gruff

Había una vez tres chivos que eran hermanos y vivían juntos. Lo único que querían era comer hierba y disfrutar de la vida. Un día se dieron cuenta de que poco a poco estaban acabando con los pastos donde se encontraban. Sin saber muy bien qué hacer, vieron a lo lejos un campo con gran cantidad de hierba verde y fresca muy apetecible.  


Se pusieron muy contentos y emprendieron el viaje hacia aquel lugar. 

Sin embargo, para poder llegar a aquel campo las cabras tenían que atravesar un largo y estrecho puente que cruzaba sobre un río de aguas profundas. El puente estaba custodiado por un temible trol que vivía bajo sus arcos.


El más pequeño e inquieto de los hermanos, Billy Gruff, pensó: “Mira aquellos pastos verdes y deliciosos...Tego que llegar pronto, ¡voy a cruzar ese puente!”. El sonido de sus cascos sobre la piedra despertó al malvado trol. 

“¿Cómo te atreves a atravesar mi puente sin mi permiso?”, preguntó con voz ronca el guardián. 

“Quiero cruzar el puente para llegar a aquel campo y comer hierba”, le dijo Billy. 

“¡Yo sí que voy a comerte a ti!”, le respondió el trol. 

“¡Por favor, no me comas! Soy un bocado muy pequeño para ti. Detrás de mí viene mi hermano, que es más grande y mucho más jugoso que yo. Déjame marchar, la espera merecerá la pena”, dijo la cabra tratando de salvar su vida.  

El pequeño Billy cruzó corriendo el puente antes de que el trol cambiara de opinión, y cuando llegó al verde campo, tenía tanta hambre que se olvidó de todo lo demás: “¡Qué sabrosa está esta hierba!”, pensaba mientras no podía dejar de comer.  


Cuando Toni, el hermano mediano, vio a Billy pastando en el campo, él también se apresuró a atravesar el puente. Sin embargo, el ruido de sus cascos volvió a despertar al trol. 

“¿Quién osa caminar por mi puente sin mi permiso?”, preguntó el guardián. 

“Soy Toni Gruff, tengo mucha hambre y quiero pasar para poder comerme la hierba de aquello prado”. 

“Yo que te voy a comer”, respondió el trol. 

“¡Por favor señor, no me coma! Yo solo soy el mediano, detrás de mí viene Peter, mi hermano mayor, que es mucho más grande y jugoso que yo”, le suplicó. 

“Está bien, puedes cruzar el puente. Esperaré a tu hermano Peter”, le dijo el monstruo.  

Toni cruzó el puente a toda prisa y se puso a comer muy a gusto junto a s su hermano pequeño. 

“¡Esta hierba está deliciosa!”, exclamó. 


Al verlos, Peter pensó: “¡Mira eso! Esos pastos parecen muy tiernos, yo también cruzaré el puente”. 

“Quién camina sobre mi puente?, volvió a preguntar el trol. 

“Soy Peter, el hermano mayor de los Gruff y no te tengo miedo”.  

“¡Tu sí que vas a ser mi almuerzo!”, exclamó el trol, y dicho esto empezó a trepar por el puente con la intención de comerse al pobre Peter. 


Sin embargo, este bajó la cabeza y, cogiendo carrerilla, empezó a correr con la intención de atacar al trol. 

“¡Es hora de que te des un baño!”, y dicho esto, embistió al monstruo, que cayó al río por el golpe. 

“¡Ayúdame, me caigo!, gritó el trol mientras era arrastrado por la corriente.  

“¡Adiós!”, gritaron las tres cabras riéndose. 

“Estas hierbas son sabrosas y verdes. Ahora sí que disfrutaremos y nos alimentaremos bien”, les dijo el pequeño Billy a sus hermanos. 

Todos estuvieron de acuerdo con él y empezaron a pastar felizmente. 

Fin  




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