El león y la zorra - Esopo
Se había hecho viejo el fiero león. Cuando era joven, saltaba, corría a una velocidad asombrosa. Ahora ya no podía. Hambriento y fiero, perseguía al becerrillo y al cordero, pero era en vano porque no podía atraparlos. Ellos trepaban muy veloces por la áspera montaña y huían de sus garras. El viejo rey león llevaba días sin comer, y le veían ya las costillas de lo flaco que estaba. Pensó que, si no se espabilaba, se iba a morir de hambre más que de viejo. Estuvo pensando, pensando y, al final, encontró el remedio. Hizo correr la voz de que estaba muy enfermo en su palacio, que quería despedirse de sus súbditos más queridos y mandó que fueran a verle. Algunos acudieron al instante. Pero como la enfermedad del viejo león era un hambre voraz, con el primer visitante se le curó ya un poco, porque éste entró a verle, pero ya no salió. Le receta del médico –que esta vez era el propio enfermo –decía: <<Comerse a la visita>>. Así uno tras otro fueron a ver l ilustre en