La gallina de los huevos de oro - Esopo
Una persona tenía una gallina maravillosa, única, porque
siempre ponía todos los días un huevo de oro. ¡Un auténtico huevo de oro! Era
una riqueza inmensa. Nada más levantarse, iba al gallinero, y allí encontraba
ya un huevo de oro del día.
Pero esa persona era avara, muy avara. Y en vez de sentirse
feliz con esa ganancia única, con tener todos los días un maravilloso huevo de
oro, quiso tener más, mucho más. Y para ello, quiso llegar a la misma fábrica
del oro para apoderarse de él en seguida, de una vez, y no tener que esperar
día a día a que la gallina se lo
regalara.
Agarró a la gallina y la mató. Con una avidez terrible,
cogió un largo cuchillo y le abrió el vientre. ¿Y qué encontró? Pues nada. Había
matado a la gallina de los huevos de oro y ya nunca más iba a conseguir ni uno
solo. Había tenido en sus manos la riqueza, y su avaricia le había llevado a
perderla definitivamente.
¡Cuántos hay que viven bien, que tienen lo necesario y, en
cambio, nunca están contentos porque siempre quieren más y más! Tienen dinero y
no les basta, van siempre a por más y más. No pueden gastar lo que ganan, pero
les da lo mismo, quieren más. A mucha gente le pasa lo que le pasó a la persona
que tenía la gallina de los huevos de oro, que por ganar más y más pierden lo
que tienen.
La avaricia no da nunca la felicidad. Sólo podemos ser
felices si estamos contentos con lo que tenemos y disfrutamos de ello.
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