El ciervo en la fuente - Félix María Samaniego
Un ciervo estaba mirándose en las aguas cristalinas de una
fuente, que le servían de espejo. Contemplaba admirando los bellos cuernos con
largas ramas de su frente, pero luego miraba sus largas patas, tan delgadas, y
no le gustaban nada.
Bramando, le habló a Júpiter, el padre de los dioses del
Olimpo, y le dijo:
-¡Júpiter! ¿Por qué has puesto estos cuernos tan bellos en
mi cabeza y me has dado, en cambio, unas patas tan delgadas?
No hay proporción entre las flacas columnas que me sostienen
y la hermosa corona que has puesto en mi cabeza. ¡Qué pena me da ver esas
piernas larguiruchas! ¡Qué dolor tengo al comprobar que, con lo bella que es mi
cabeza, está sostenida por unos auténticos palos! No hay dicha entera en este
mundo!
Mientras hablaba así a
Júpiter, el ciervo vio venir corriendo hacía él a un fiero perrazo. Y no dijo nada más, sino ¡patas, para qué os
quiero! Empezó a correr con mucha rapidez gracias a sus delgadas y ágiles
patas, por en medio del bosque, para salvarse del ataque del perro, pero sus
bellos y enramados cuernos se enredaban con las ramas de los árboles una y otra
vez.
Por fin, a duras penas, pudo salvarse del peligro….gracias a
sus feas patas. Y casi sin aliento por lo mucho que había corrido, se dijo:
-¡Si me he salvado, ha sido gracias a mis patas! Con ellas
he podido correr y correr, mientras mis bellos y malditos cuernos se enredaban
con las ramas, ¡han estado a punto de causar mi muerte! , porque por su culpa
el perro casi me coge. ¡Que se vayan al diablo los cuernos y su belleza! ¡Y que
se queden conmigo las feas patas que me han permitido seguir vivo!
A menudo nos ocurre lo mismo a nosotros, porque nos
deslumbra todo lo hermoso y rechazamos lo feo. Pero a veces lo bello nos hace
tropezar, y lo feo nos es útil.
No hay que dejarse llevar por lo que nos entra por los ojos,
sino que hay que ser inteligentes y pensar si nos conviene o nos va a causar
problemas.
¿Serán bellos cuernos enramados que nos enredan y nos
aprisionan, o serán patas ágiles que nos
dan la libertad? Así podremos reflexionar si nos acordamos de esta fábula del
ciervo que se miró en la fuente.
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