El lobo y la oveja - Esopo


Un lobo andaba por los montes robando, matando. Era joven, fuerte, no tenía miedo a nada, y como las ovejas eran su comida preferida, trepaba y corría por la montaña hasta que divisaba un rebaño. Sin miedo alguno se lanzaba sobre una oveja, y luego sobre otra, y comía los bocados más exquisitos.
Pero un día tuvo enfrente a un enemigo más fuerte y poderoso que él: unos enormes perros que vigilaban el rebaño. La lucha fue a muerte, y el lobo salió muy mal parado. Lo mordieron, lo llevaron a rastras y lo dejaron medio muerto. El lobo casi no podía moverse.
Se arrastró como pudo a un lugar seguro, a una cueva. Allí, día a día, se le iban curando las heridas, pero se le despertaba también el hambre, un hambre feroz. No podía cazar porque no había recobrado aún ni su agilidad ni sus fuerzas, y sólo engañaba a su estómago hambriento con hierbas que tenía a su alcance en abundancia. Pero las hierbas no le servían más que para desesperarse al verse en tal estado.
Un día vio que se acercaba a su cueva una oveja. Pensó que era un regalo del cielo y que él no iba  a dejar pasar esa ocasión maravillosa.
Puso la voz  más suave y doliente que supo y le gritó a la oveja:
-Amiga, ven acá por favor. Ven enseguida a ver a un pobre enfermo. Me muero de sed, amiga. Tráeme por favor agua, que ya no puedo moverme. Ten piedad de un pobre enfermo. Un poco de agua me salvará.
Pero la oveja no era tonta y reconoció desde lejos la voz del lobo. Y alejándose de la cueva, le dijo:
-¿Agua quieres que yo te lleve? ¿Para qué la quieres? Estoy segura de que la pides sólo para enjuagarte bien la boca y luego poder saborear mejor la comida en la que estás pensando.
¡Tú lo que quieres es darme dentelladas, matarme y hacer conmigo un gran banquete! ¡Anda, que te conozco muy bien, malvado sinvergüenza!
Y cuando acabó de hablar, estaba ya muy lejos. La oveja fue prudente y salvó la vida. Si la oveja se hubiera dejado engañar por el tono lastimero del lobo, él hubiera sido el último en hablar.

 ¡Cuánto  importa saber con quién estás tratando! Si es con un lobo, lo será siempre, aunque parezca débil y sin fuerzas.


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